Desde hace varios años, la tendencia conocida como childfree, que significa literalmente "libre de hijos", ha comenzado a ganar terreno a nivel internacional. Esta filosofía, adoptada principalmente por las generaciones más jóvenes en países como Alemania, Francia, España, Estados Unidos y, por supuesto, en la República Mexicana, refleja un deseo creciente de mayor libertad y autonomía personal.
En lugar de abrazar las responsabilidades parentales, muchos jóvenes optan por no reproducirse, a menudo argumentando que no están dispuestos a cargar con las preocupaciones financieras y las responsabilidades asociadas a la crianza de los hijos. Este fenómeno está correlacionado con las bajas tasas de natalidad observadas en diversas naciones, tanto en el continente americano como en Europa.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha hecho estimaciones que sugieren que en las próximas siete décadas, solo seis países tendrán una tasa de natalidad que se considere "positiva" para su desarrollo social. En un lugar como Alemania, se prevé que en una década haya alrededor de siete millones de vacantes laborales debido a la escasez de trabajadores capacitados, lo que pone de relieve las consecuencias futuras de esta tendencia.
Una de las principales razones por las que las parejas, especialmente en México, deciden no tener hijos se debe a la incertidumbre económica. Muchos sienten que sus ingresos no son suficientes para proporcionar la calidad de vida que desearían para sus hijos, algo que se ha convertido en un tema recurrente en diversas discusiones sobre la familia y la economía.
En los últimos años, el fenómeno childfree ha crecido notablemente en México. A partir de 2025, el promedio de hijos por pareja ha descendido a uno o dos, en comparación con las seis o siete que era común hace medio siglo. Este cambio refleja una transformación social que ha impactado profundamente la estructura familiar en el país.
Este contexto invita a reflexionar sobre las implicaciones de esta tendencia en la dinámica social y económica, destacando la importancia de comprender cómo las decisiones individuales afectan a la sociedad en su conjunto. La elección de ser childfree puede ser vista como un acto de empoderamiento, pero también plantea preguntas sobre el futuro demográfico y económico de las naciones involucradas.
Así, mientras más personas prefieren ver a sus mascotas como parte de su familia en vez de optar por hijos, se abre un debate sobre lo que significa ser familia en el siglo XXI y cuáles serán las repercusiones a largo plazo de esta decisión colectiva.
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