En un desarrollo reciente que ha captado la atención mundial, cientos de miles de interacciones de usuarios con el chatbot Grok de xAI, creado por Elon Musk, son ahora fácilmente accesibles a través de motores de búsqueda como Google. Este fenómeno surgió cuando un usuario de Grok hace uso de la función “compartir”, generando un enlace único que permite distribuir la conversación por correo electrónico, mensajes de texto o redes sociales. Estos enlaces, al ser indexados por motores de búsqueda, habilitan a cualquier persona para rastrear y explorar estas charlas en la vastedad de internet.
Similar a incidentes previos que involucraron a los chatbots de Meta y OpenAI, las conversaciones expuestas por Grok ofrecen una visión inquietante de las peticiones menos honorables de los usuarios. Las solicitudes incluyen, entre otras cosas, asesoramiento sobre cómo vulnerar wallets de criptomonedas, intercambios de contenido sexual con un avatar de IA y directrices sobre actividades ilícitas como la fabricación de metanfetaminas.
A pesar de las directrices de xAI que prohíben el uso de su chatbot para fomentar actividades que podrían afectar negativamente la vida humana o el desarrollo de armas de destrucción masiva, parece que estas restricciones no han impedido que los usuarios hagan tales preguntas. De hecho, la información publicada revela que Grok respondió a solicitudes específicas sobre cómo fabricar fentanilo, métodos de suicidio, construcción de bombas e incluso esquemas para asesinar a Elon Musk.
A pesar de la creciente controversia, xAI no ha respondido oficialmente a solicitudes de comentarios sobre el asunto, ni ha clarificado cuándo comenzaron a indexarse las conversaciones de Grok. Este asunto ha resonado especialmente desde el último mes, cuando los usuarios de ChatGPT advirtieron que sus interacciones estaban siendo indexadas en Google. En respuesta, OpenAI describió este problema como un “experimento de corta duración”. Pocos días después, Elon Musk se expresó afirmando que Grok no contaba con tal función de compartición y que la privacidad del usuario era una prioridad.
La accesibilidad de estas conversaciones plantea preguntas sobre la ética y la responsividad en el manejo de datos generados por inteligencia artificial, subrayando la necesidad de asegurar la protección de la información personal en la era digital.
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