En el actual contexto económico, el concepto de crecimiento ha cobrado nuevos significados. Ya no se trata simplemente de aumentar la producción; se necesita un crecimiento que potencie el bienestar social, incremente la competitividad y, crucialmente, alivie la presión sobre nuestros recursos naturales. La llegada de la Ley General de Economía Circular representa un cambio paradigmático, marcando el rumbo hacia ese objetivo de crecimiento sostenible.
Esta ley no impone reglas rígidas desde la cúspide del gobierno. En lugar de eso, establece un marco flexible y gradual en el que varios sectores son protagonistas en la definición de sus propias normativas. Organizaciones, empresas y cámaras de comercio participan activamente en la creación de acuerdos que van a la medida de sus capacidades y necesidades. No se busca un mandato único, sino una arquitectura colaborativa que permita adaptar la circularidad a la realidad de cada empresa.
Un aspecto crucial que esta ley toma en cuenta es la diversidad de capacidades entre las compañías. No es lo mismo para una multinacional con amplios recursos y equipos de innovación que para una pequeña empresa familiar con limitaciones. Por ello, la ley promueve un enfoque que evalúa el impacto que la circularidad tendrá en las micro, pequeñas y medianas empresas, garantizando que no se convierta en un obstáculo insuperable.
Históricamente, la economía mexicana se ha regido por un modelo lineal: se extrae, produce, consume y finalmente se desecha. Este método no solo es ineficiente, sino que también genera un desperdicio considerable de materiales valiosos y una creciente presión sobre el medio ambiente. La economía circular plantea una alternativa sostenible: mantener los materiales en uso, fomentar la reparación y la reutilización, así como implementar prácticas de reciclaje y valorización. En términos simples, se trata de hacer más con menos.
Dentro de las innovaciones que trae la ley, se encuentra la Responsabilidad Extendida del Productor, que obliga a considerar el ciclo de vida completo de los productos, permitiendo a cada sector desarrollar su propia estrategia y cronograma. Además, establece un Sistema Nacional de Economía Circular destinado a coordinar políticas públicas, así como una Plataforma Nacional de Información que evaluará el progreso y un Registro de Gestión Circular para garantizar la transparencia de los compromisos asumidos. La circularidad requiere datos concretos y no solo buenas intenciones.
Es importante destacar los incentivos económicos que acompañan esta transición. Invertir en innovación en áreas como la reparación y el reciclaje no solo ofrece beneficios ambientales, sino también ahorros en costos y una mayor resiliencia en las cadenas de suministro. En un entorno global caracterizado por la volatilidad, dicha resiliencia es tan vital como la eficiencia.
Otro elemento clave a considerar es el impacto social. Un gran porcentaje del reciclaje en México se produce en la informalidad, donde las condiciones laborales son precarias y escasamente reconocidas. Un marco de circularidad bien diseñado puede contribuir a visibilizar y formalizar esas cadenas de reciclaje, mejorando los ingresos y las condiciones de trabajo. Así, lo que se propone es más que una simple política ambiental; se abre una puerta para la inclusión económica.
Afrontar esta transición no será tarea sencilla; ningún cambio estructural lo es. Sin embargo, ignorar la inercia del modelo actual conlleva costos, como el incremento de residuos y una mayor dependencia de insumos importados. La Ley de Economía Circular no es la solución definitiva, pero sí marca el inicio de un enfoque radicalmente distinto hacia el desarrollo productivo, basado en la creación de acuerdos, la gradualidad y la corresponsabilidad sectorial.
Es fundamental estar atentos a cómo se desarrollará esta nueva etapa, ya que el éxito de la implementación de esta ley podría definir un nuevo rumbo para la economía mexicana en las próximas décadas. Con un enfoque adecuado, se puede forjar un desarrollo más sostenible y equitativo que beneficie a todos los sectores de la sociedad.
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