Colombia enfrenta una situación fiscal alarmante, con registros que no se veían desde 1998. Según un informe reciente del Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf), el balance primario ajustado por el ciclo económico ha alcanzado un déficit del -2.9% del PIB, superando el -2.7% de finales de los años 90. Este indicador, crucial para evaluar la salud fiscal del país, revela que los ingresos del Gobierno no son suficientes para cubrir sus gastos, lo que implica una necesaria aumentación de la deuda.
José Ignacio López, presidente de Anif, aclara que el balance primario es una medida fundamental que compara ingresos y gastos gubernamentales, excluyendo el costo de la deuda. Un balance negativo indica que el Gobierno tiene que endeudarse más para solventar su funcionamiento. Esta tendencia de gasto desmesurado ha llevado a un incremento del riesgo país y a mayores costos de deuda, planteando serias preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera del Estado.
López advierte que este déficit podría incluso ser mayor en 2026, subrayando que esta métrica es la que usualmente utilizan las calificadoras de riesgo para evaluar la situación económica de un país. A pesar de que Colombia no enfrenta una crisis económica que justifique este comportamiento fiscal, las finanzas públicas se han deteriorado significativamente. Es esencial tomar en cuenta que en períodos de crisis las condiciones fiscales suelen distorsionarse, pero hoy en día, la falta de ajustes fiscales en un contexto relativamente estable agrava la situación.
Cesar Pabón, jefe de investigación económica de Corficolombiana, refuerza esta perspectiva al señalar que aunque Colombia no ha experimentado recientemente una crisis financiera, sus niveles de endeudamiento son preocupantes. A lo largo de la historia, el país ha tenido déficits estructurales, y, en lugar de reducir el gasto, se espera un ajuste fiscal urgente para evitar que estos problemas se agraven y se retroalimenten.
La situación podría parecer favorable durante un boom de materias primas, donde un aumento en los precios del petróleo o el café puede generar mayores ingresos para el Gobierno. Sin embargo, López destaca que si esta mejora no proviene de esfuerzos concretos, como la implementación de impuestos más altos o la reducción del gasto, entonces la salud fiscal del país no ha mejorado realmente, sino que se ha beneficiado de un contexto económico favorable de manera pasiva.
En conclusión, Colombia se enfrenta a un desafío fiscal significativo en momentos en que no justifican adecuadamente su déficit. A medida que se aproximan decisiones clave, es vital que tanto el Gobierno como los ciudadanos sean conscientes de la crítica situación en la que se encuentra el país, y busquen estrategias efectivas para revertir esta tendencia antes de que sea demasiado tarde.
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