En México, la Clave Única de Registro de Población (CURP) se ha establecido como un documento esencial para llevar a cabo trámites en diversas instituciones, tanto públicas como privadas. Sin embargo, el fallecimiento de una persona implica la necesidad de gestionar la baja de su CURP, un proceso que, aunque puede parecer complicado, es crucial para evitar riesgos como fraudes, suplantación de identidad y el mal uso de beneficios asociados a dicha clave.
La Secretaría de Gobernación (Segob), a través del Registro Nacional de Población (RENAPO), ha habilitado el trámite de baja de la CURP. Este proceso debe realizarse de manera presencial en el módulo de CURP más cercano al domicilio del solicitante. Para ello, los familiares o representantes legales deben presentar una serie de documentos importantes, incluyendo una identificación oficial vigente, el acta de defunción y documentos que demuestren la relación con la persona fallecida. Esto puede incluir actas de nacimiento o matrimonio, dependiendo de la relación.
La formalidad en este trámite no puede subestimarse, ya que si la CURP de la persona fallecida permanece activa, los beneficiarios pueden enfrentar serios problemas al intentar realizar gestiones como la obtención de pensiones, seguros de vida o herencias. Además, la identidad del difunto podría ser usada de manera fraudulenta para acceder a servicios y beneficios que no corresponden.
El procedimiento para dar de baja la CURP es una medida preventiva que se vuelve fundamental para resguardar los derechos de los herederos y evitar inconvenientes legales en el futuro. Aunque el proceso involucra una serie de pasos burocráticos, siguiendo las pautas adecuadas y presentando la documentación requerida, la tarea se puede llevar a cabo de manera eficiente.
Para aquellas personas que requieran más información, es posible comunicarse con el Centro de Atención y Servicio del RENAPO en la Ciudad de México llamando al número 51 28 11 11, o llamando desde cualquier parte del país al 800 911 11 11. Dar de baja la CURP de un familiar fallecido es, sobre todo, un paso necesario para mantener la integridad de los registros y garantizar que los derechos de los herederos se mantengan intactos en un sistema cada vez más digitalizado y vulnerable a fraudes.
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