Complicar unirse, sostener y ser parte.

Lucho Martínez, un destacado chef mexicano, ha ganado notoriedad no solo por ser galardonado con una estrella Michelin, sino también por su filosofía de vida y trabajo. A pesar de la popularidad que le brinda este título y su red de restaurantes siempre llenos, Lucho rechaza la etiqueta de “rockstar”, pidiendo que se le reconozca como un ser humano que es apasionado por la cocina. Esta dualidad entre el éxito y la vulnerabilidad se explora en la serie de Apple TV Knife Edge: Chasing Michelin Stars, donde el chef se muestra auténtico, compartiendo sus temores y reflexiones sobre su carrera y lo que significa para él.

En un contexto donde México ha emergido como un referente culinario global, la inclusión de más restaurantes en la Guía Michelin cada año subraya el auge de la gastronomía en el país. Lucho Martínez, con sus cuatro proyectos, simboliza este ascenso, llevando la cocina mexicana a nuevas alturas. Sin embargo, el chef se enfrenta a un constante desafío: equilibrar la fama con su propósito personal. Ante la presión de gestionar sus restaurantes y el bienestar de su equipo, Lucho revela que ha recurrido a la terapia para encontrar una respuesta a la inquietante pregunta: “¿por qué estoy haciendo esto?”. Consciente de que su pasión por crear y compartir va más allá de ser un chef, plantea la necesidad de recordar que detrás del éxito hay una persona real, no solo un personaje.

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Durante su participación en la serie, el chef comparte su descontento sobre la percepción de ser una “rockstar”, señalando que a menudo se espera que su vida sea un desfile de fiestas y tours. “La gente cree que soy rockstar, pero ¿dónde está el tour?” pregunta con humor, mostrando una visión crítica sobre las expectativas que recaen sobre él.

El fenómeno de la viralidad en las redes sociales ha cambiado la manera en que los restaurantes son percibidos. Cada semana surge un nuevo lugar que promete ser la próxima sensación, aunque muchos no logran sobrevivir al tiempo. Lucho advierte sobre la falta de responsabilidad con que muchos emprenden en el sector. “Puedes abrir un lugar rápido, pero sin bases, sin ética ni formación”, afirma. Para él, la serie es fundamental, pues refleja las realidades del alto estándar que se espera en la industria gastronómica.

El chef, dueño de Em, Ultramarinos y Tormenta, enfatiza que la calidad de los alimentos siempre debe ser prioritaria. “Podrá ser muy bonito el lugar, pero si das comida de pésima calidad, no va a durar”, sostiene. Además, comparte su deseo de hacer su obra culinaria más accesible a una mayor audiencia a través de Ultramarinos, un espacio donde se puede disfrutar de buena comida a precios razonables, desmitificando la noción de que la alta cocina es inalcanzable.

Asimismo, Lucho recalca la importancia de educar a los clientes sobre los costos en la industria: “Los costos suben, la calidad también, y eso debe valorarse”, concluye con convicción. Este enfoque no solo resalta su compromiso con la gastronomía de calidad, sino que también invita a reflexionar sobre lo que realmente significa el reconocimiento en un mundo donde la viralidad a menudo eclipsa el verdadero arte de la cocina.

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