La crisis de Ucrania ha liquidado las previsiones que el Fondo Monetario Internacional (FMI) tenía hace tres meses. El conflicto cercenará casi un punto del crecimiento mundial previsto para este año, hasta dejarlo en el 3,6%, agravará la peligrosa espiral de precios, a cuenta sobre todo de la energía, y extenderá los problemas en las cadenas de suministro de productos hasta 2023, según el nuevo informe de perspectivas publicado este martes en Washington. El organismo alerta también del efecto transformador del conflicto, que agrava el riesgo del retorno a una economía mundial fragmentada en bloques geopolíticos.
El análisis del Fondo no deja un solo respiro: recuerda que los Gobiernos reciben esta nueva tormenta con poco margen fiscal, debido a los extraordinarios estímulos activados por la pandemia, destaca que la polarización impide la cooperación global cuando más se necesita y advierte de que no tiene, en realidad, mucha confianza en los nuevos números. “Una incertidumbre inusualmente elevada rodea estos pronósticos y dominan los riesgos”, afirma el economista jefe, Pierre-Olivier Gourinchas, en la introducción.
Con esta salvedad, el Fondo calcula que la economía global crecerá un 3,6% tanto 2022 como en 2023, una estimación de 0,8 puntos y 0,2% puntos porcentuales inferior, respectivamente, a lo que había previsto en enero. El sobresalto más drástico se da, con todo, en las expectativas de inflación: el Fondo calcula que los precios escalarán un 5,7% este año entre los países avanzados y un 8,7% entre los emergentes, lo que supone un aumento de 1,8 y 2,8 puntos porcentuales sobre las estimaciones previas a la invasión, a pesar de que la actividad económica se ralentiza.
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