A lo largo de los últimos años, el Sistema Cutzamala ha vivido una montaña rusa de situaciones, marcadas por momentos de crisis y esperanza. Un año atrás, la situación era alarmante, con niveles de almacenamiento que apenas alcanzaban el 30%. Sin embargo, la bondad de los dioses de la lluvia ha cambiado drásticamente el panorama.
Para el 16 de septiembre de 2025, el Sistema Cutzamala se encuentra en un 82.86% de su capacidad, superando las expectativas más optimistas. Este notable incremento se ha traducido en un almacenamiento total de 648,375,000 metros cúbicos de agua, distribuidos entre las presas Valle de Bravo, El Bosque y Villa Victoria. Fue un año en el que los niveles de lluvias han superado en más del 100% a los del año anterior, lo que indica un compromiso por parte de la naturaleza en revertir la adversidad previa.
Desglosando los niveles de las presas individualmente, Villa Victoria alcanza un 84.2% de llenado, Valle de Bravo un 84.91%, y El Bosque un 77.23%. Estos datos reflejan no solo una mejora significativa respecto a años anteriores, sino que establecen un récord en el rendimiento del sistema.
Es interesante observar cómo las lluvias durante el 2024 habían llevado a una situación crítica, con especulaciones sobre un “día cero” que podría haber llevado al secado total del sistema. Para el 16 de septiembre de ese año, el nivel del Cutzamala era de apenas 53.72%. La transformación actual, con un 82.86%, es un testimonio de la resiliencia del sistema y de la importancia de las lluvias en la salud hídrica del país.
A pesar de que nos encontramos acercándonos al cambio de estación hacia el otoño y la llegada de frentes fríos, la temporada de lluvias en México sigue activa, y se prevé que continúe aportando vital agua hasta el 1 de octubre. Este escenario puede propiciar un nuevo incremento en los niveles de almacenamiento, ofreciendo un respiro muy necesario para millones de mexicanos.
Es crucial mantenerse informado y al tanto de los cambios que puedan afectar la disponibilidad de recursos hídricos. Las cifras actuales son un recordatorio de la interacción vital entre la naturaleza y la gestión de recursos, y un reflejo de que, aunque el clima puede ser un adversario formidable, también puede ser un aliado en la lucha por la sustentabilidad y la seguridad hídrica.
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