En un panorama político cada vez más polarizado, las palabras de la mandataria durante su Primer Informe en Palacio Nacional atrajeron la atención nacional. Este discurso no solo se centró en los logros de su administración, sino que, de manera sorprendente, estuvo salpicado de descalificaciones hacia sus opositores. El comentario “Quedó en el pasado la oscura noche neoliberal” revela una narrativa que busca enterrar un periodo de la historia reciente, aunque la corrupción, presentada como un legado exclusivo de esos años, persiste como un tema candente en el debate público.
Al mismo tiempo, el ambiente en el Congreso también fue tenso. La semana pasada, un feroz altercado en la Comisión Permanente evidenció la tensión en el Legislativo. El presidente saliente de la Cámara de Senadores fue protagonista de acciones provocativas, negando la palabra a senadores de oposición, lo que generó reacciones de violencia que recorrieron los medios de comunicación. Estas situaciones resaltan un deterioro en el Estado de derecho y ponen de manifiesto la falta de respeto a un amplio segmento del electorado que votó en contra del régimen actual.
En este contexto, las autoridades electorales se encuentran bajo escrutinio, al ser vistas como subordinadas al gobierno. Esto ha llevado a una subrepresentación de los partidos opositores, lo que, a su vez, anula el pluralismo político en el país, creando un clima propenso a la arbitrariedad y el autoritarismo.
Se observa con preocupación un aumento en la polarización política, lo que podría llevar a situaciones fuera de control. La mandataria, en un intento por marcar una línea divisoria, reafirma constantemente que “son el PRIAN”, mostrando una clara falta de interés por gobernar para todos los mexicanos, en lugar de solo para sus seguidores.
Una nueva propuesta legislativa que ha surgido, aquella que busca que los medios “rindan cuentas”, plantea serios retos para la libertad de expresión en el país. Aunque presentada como una defensa de los derechos de las audiencias, este movimiento puede conferir al gobierno la capacidad de censura sobre los medios y redes sociales, alejando al país de los principios democráticos.
Mientras se está llevando a cabo lo que se denomina la “transformación” del país, se percibe una clara tendencia a diluir y erosionar los derechos individuales. La intención parece ser la de promover un pensamiento único del oficialismo, donde el individuo quede subordinado ante el aparato gubernamental, y se difunda únicamente una versión oficial de los hechos.
Para una verdadera convivencia pacífica, es crucial que el gobierno reevalúe su postura y abandone la actitud de desprecio hacia quienes critican o piensan de manera diferente. Promover una cultura de paz y diálogo implica fomentar un ambiente de respeto hacia todas las voces, independientemente de su alineación política.
En estos tiempos complejos, la sociedad espera un liderazgo que priorice el entendimiento sobre la confrontación, que abra espacios para el diálogo y que acerque a las diferentes facciones políticas, fortaleciendo así un México más plural y democrático.
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