Este fin de semana se llevó a cabo una reunión del G7 en la que participaron líderes de países como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Italia, Japón, Francia y Canadá. A diferencia de ediciones pasadas, este año el ambiente fue tenso y con varios líderes en horas bajas.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se presentó con un alto nivel de presión a cuestas en medio de problemas internos y una adopción de políticas poco satisfactorias para sus seguidores. Boris Johnson, primer ministro británico, también sufrió la presión de la crisis post-Brexit y la pandemia global.
Por su parte, Angela Merkel, la canciller alemana, también llegó al G7 como una líder en horas bajas debido a las recientes elecciones regionales en las que su partido sufrió una importante derrota. Pero fue Mario Draghi, primer ministro italiano, quien destacó como una excepción y recibió elogios por su buen manejo de la pandemia y la economía de su país.
En el encuentro, se discutieron temas importantes como la crisis en Afganistán, el cambio climático y la pandemia del COVID-19. También se anunció el compromiso de los líderes para hacer frente a la evasión fiscal de las empresas transnacionales y se habló sobre la posibilidad de impedir el acceso de las empresas que no cumplen con pagar impuestos en los países donde operan.
En definitiva, el G7 fue un encuentro en el que la mayoría de los líderes enfrentan problemas internos y externos. Sin embargo, aunque el ambiente fue tenso y difícil, se lograron avances en temas importantes para la comunidad internacional. Mario Draghi fue el único líder que salió fortalecido, mientras que los demás deberán seguir trabajando para superar sus crisis internas y mejorar la situación en sus países.
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