Las primeras impresiones son cruciales, y el reciente concierto de la Orquesta Filarmónica de Jalisco en la sala Nezahualcóyotl lo demostró de forma sobresaliente. El inicio con el Huapango de la suite Caballos de vapor de Carlos Chávez fue un verdadero deleite para los oyentes. Desde el primer compás, la articulación de los instrumentos de madera fue clara y precisa, destacando la marimba, cuyo sonido es esencial en la Sandunga. Este balance en la sonoridad, que combinó magistralmente los matices de una banda con la de una orquesta sinfónica, otorgó un carácter más “civilizado” a la interpretación en comparación con las versiones más crudas de Silvestre Revueltas. Observando el estilo de Chávez, se notaron similitudes en la orquestación con su sublime Chacona en mi menor de Dietrich Buxtehude.
Continuando en el programa, se presentó la versión de 1933 de las Esquinas de Revueltas, una obra no tan común en el repertorio, que revela un costado menos nacionalista del compositor. Castillo, acompañado de su energizante orquesta, ofreció una clara interpretación de los momentos mexicános, mientras mantenía la modernidad de la partitura. La habilidad para contrastar lo abstracto con lo folklórico brilló en esta potente ejecución, evocando fragmentos que recordaban a la música para cine de Revueltas.
La Sinfonía No. 11 de Dmitri Shostakovich, titulada El año de 1905, exigía una gestión precisa, y José Luis Castillo cumplió esta tarea con maestría. Los primeros compases fueron de intensa tensión dramática, un preludio necesario para lo que estaba por venir. La orquesta navegó entre pasajes de brutalidad y momentos de profunda delicadeza sin que se produjera confusión alguna en la sonoridad. Aquí resaltó la destacada homogeneidad de la sección de violas y un emotivo interludio del corno inglés que introdujo una nueva luz dramática al desarrollo de la obra.
Asimismo, Castillo mostró su habilidad para entrelazar las temáticas de distintos movimientos, creando una interpretación cohesiva de una partitura notablemente compleja. Los dos últimos movimientos de la sinfonía presentaron un clímax electrizante, donde el director y la orquesta liberaron toda la energía de la obra, enviando un mensaje universal y atemporal contra todos los fascismos, una cuestión relevante en nuestros días. La contundente coda, además, incorporó un ingenioso uso de campanas tubulares que resonaron como un eco persistente en el aire.
Es vital subrayar el valor de las interacciones musicales entre diferentes orquestas y ciudades. La presencia de la Filarmónica de Jalisco en esta ciudad y de nuestra orquesta en aquella es una oportunidad para disfrutar de sorpresas musicales fascinantes. Con un programa que abarcó a Chávez, Revueltas y Shostakovich, ejecutado a tan alto nivel bajo la mirada atenta de un director tan agudo, este concierto fue, sin duda, una experiencia digna de recordar.
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