La situación del canciller Juan Ramón De la Fuente se encuentra en un punto crítico, en medio de una creciente tensión en las relaciones bilaterales con Estados Unidos. Este incremento en la hostilidad ha puesto de manifiesto la reacción moderada de De la Fuente ante los recientes movimientos militares de EE. UU. en el Pacífico. Mientras tanto, la presidenta Claudia Sheinbaum ha tomado la delantera al expresar que el Gobierno mexicano no apoya las acciones bélicas de Washington contra supuestos narcotraficantes en las aguas cercanas a México.
El canciller, conocido por su enfoque conciliador, ha optado por evitar confrontaciones directas con el gobierno estadounidense. Este patrón se ha repetido en su manejo de otros temas delicados, como Israel y Venezuela, y ahora se enfrenta a desafíos más inmediatos con las operaciones militares estadounidenses. Sus esfuerzos diplomáticos —que incluyen el envío de numerosas notas reservadas al embajador Ronald Johnson— no han resultado en respuestas significativas, acumulándose en la embajada sin seguimiento alguno.
Recientemente, se promovió una reunión entre De la Fuente y Johnson para discutir el escenario más inquietante: un posible ataque militar de EE. UU. en aguas mexicanas. En un evento con la cúpula de la Secretaría de Marina, su único comentario notable fue reafirmar la soberanía de México, omitiendo cuestiones cruciales del derecho internacional y el posible incumplimiento de protocolos por parte de EE. UU.
El entorno interno de De la Fuente es igualmente precario. Con solo tres funcionarios de su confianza en la cancillería, la influencia del subsecretario Roberto Velasco se ha intensificado, pues él dirige los ascensos en consulados y embajadas, y mantiene conversaciones clave con Washington. Este panorama ha llevado a especulaciones sobre un posible reajuste en el gabinete, especialmente relevante de cara a la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC).
Uno de los cambios propuestos sería reemplazar a De la Fuente por Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía, quien se encuentra en Corea del Sur llevando a cabo discusiones comerciales. Ebrard, que tiene experiencia en el cargo, podría aceptar regresar a la Secretaría de Relaciones Exteriores. Esto abriría la posibilidad de que Luz Elena González asuma su puesto, quien enfrenta múltiples dificultades en su área actual de Energía.
Mientras tanto, Velasco podría ser promovido a embajador en Washington, una posición que también está en consideración para Diana Alarcón, actual representante del Banco Mundial alineada con Sheinbaum. Este juego de piezas en el ajedrez político mexicano no solo refleja la inestabilidad de la cancillería, sino también las exigencias de un contexto internacional cambiante.
Esta información es relevante en el marco del continuo desarrollo de las relaciones entre México y EE. UU., y el impacto que esto podría tener en la política interna mexicana.
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