América Latina se encuentra en un momento crucial en términos de crecimiento económico, y las proyecciones para 2025 son cautelosas. La economía de Guatemala crecerá un 4.0%, mientras que Estados Unidos verá un aumento del 1.6%. Por su parte, México se enfrenta a un desempeño económico decepcionante, con un crecimiento esperado de solo 0.5%, uno de los más bajos en la región. Este contexto contrasta con Argentina, que lidera el grupo con un 5% de crecimiento, seguido de cerca por Chile y Colombia con incrementos de 2.4% y 2.5%, respectivamente. A pesar de un año difícil, Canadá también mostrará señales de recuperación con un crecimiento del 1.2%.
Un fenómeno preocupante es la creciente informalidad en la economía mexicana. Aunque el crecimiento de la economía formal es mínimo, la economía informal exhibe un dinamismo notable, con un incremento del 1.9% en el segundo trimestre. Este segmento no solo representa una vía de escape para muchas microempresas, sino que también es responsable de la generación de 400,000 nuevos empleos en el tercer trimestre, al tiempo que el sector formal pierde 308,000 plazas.
Es importante mencionar que el estancamiento económico de México no puede ser atribuido únicamente a la influencia externa, como el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. A pesar de ser considerado un factor de vulnerabilidad, el comercio exterior mexicano ha demostrado una notable resiliencia, con un incremento del 6.6% en las exportaciones hacia Estados Unidos entre enero y octubre en comparación con el año anterior. A diferencia de China y Canadá, que han visto caer sus ventas, México sigue afianzando su rol como socio comercial clave de Estados Unidos, con transacciones que superan los 60,000 millones de dólares al mes.
Sin embargo, el crecimiento sostenido de la economía mexicana se encuentra limitado por un motor de inversión que permanece apagado. Se requieren inversiones equivalentes al 25% del PIB para lograr un crecimiento de 4% anual; actualmente, estamos en niveles de entre el 18% y el 20%. Esta caída en la inversión es alarmante, con un descenso del 20% en la inversión pública entre enero y septiembre, mientras que la inversión privada cayó un 5.2%. Esta situación se debe, en parte, al esfuerzo del gobierno actual por reducir el déficit fiscal heredado de la administración anterior.
La caída en la inversión privada también está impulsada por un entorno de incertidumbre. Los cambios normativos en la Casa Blanca han llevado a la pausa de inversiones en sectores clave, como el automotriz. En México, la incertidumbre se manifiesta en múltiples formas, incluyendo reformas judiciales y preocupaciones sobre la seguridad pública. A pesar de la calma en las declaraciones de los empresarios y en el tipo de cambio, el país lleva 13 meses consecutivos de caída en las inversiones, lo que ha llevado a muchos empresarios mexicanos a buscar oportunidades en el extranjero, como en España.
Con esta serie de desafíos, el futuro económico de México requiere urgentemente atención y acciones estratégicas para fomentar la inversión y mitigar la informalidad.
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