En Puebla, la violencia y el delito han cobrado protagonismo en la vida diaria, pues, según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), el robo a transeúntes y en el transporte público se ha consolidado como el delito más frecuente en la región. El incremento en la tasa de delitos por cada 100 mil habitantes, que ha alcanzado un 14.4% en comparación con el año anterior, genera preocupación entre los ciudadanos.
Aproximadamente 29 mil poblanos, de cada 100 mil, se convirtieron en víctimas de delitos durante 2024, lo que, extrapolando la cifra, sugiere que cerca del 30% de la población sufrió algún tipo de delito. Esta alarmante estadística subraya un fenómeno que afecta la seguridad y la calidad de vida de los habitantes.
En un contexto más amplio, la percepción de la inseguridad se mantiene entre las principales preocupaciones del país. En 2025, un impactante 64.2% de la población mayor de 18 años identificó la inseguridad como el problema más serio al que se enfrenta, superando a cuestiones como la salud y el aumento de precios, que ocuparon, respectivamente, un 34.5% y un 31.9%.
La desconfianza hacia las autoridades es palpable, ya que un 75.1% de quienes identificaron a la policía de tránsito considera que esta entidad es corrupta. Esta percepción se extiende también a los jueces, de los cuales el 69.0% comparte una opinión similar. Esta falta de confianza en las instituciones, sumada a la creencia de que denunciar un delito implica una pérdida de tiempo (34.6%) y la desconfianza hacia las autoridades (14.0%), se traducen en un alarmante número de casos que no llegan a ser reportados.
Este contexto de inseguridad se evidencia en situaciones como el reciente asalto a pasajeros en el transporte público en Puebla, donde individuos armados perpetraron un robo. Estos incidentes reflejan no solo la vulnerabilidad de los ciudadanos, sino también la urgencia de un abordaje más efectivo en el sistema de seguridad.
Así, el panorama de la delincuencia en Puebla se presenta como un desafío que requiere atención inmediata y estrategias que restauren la confianza de la población en las autoridades y en el sistema judicial. En la actualidad, el debate sobre seguridad y justicia sigue siendo crucial para el bienestar de la comunidad, demandando acción y compromiso tanto de los ciudadanos como de sus representantes.
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