En los Estados Unidos, el debate sobre las altas tasas de interés está cobrando relevancia en la agenda política y económica. Scott Bessent, secretario del Tesoro, y Jared Bernstein, antiguo economista jefe del expresidente Joe Biden, han expresado preocupaciones compartidas sobre la magnitud actual de las tasas. Sin embargo, se plantea la pregunta: ¿podría haber un consenso bipartidista para reducirlas? Aunque la idea suena atractiva, existen razones para ser escépticos.
En un reciente comentario en un medio prominente, Bernstein aborda una cuestión financiera crucial que ha sido discutida durante décadas: ¿puede un gobierno sostener déficits moderados si su economía crece más rápidamente que sus tasas de interés? Esta observación se basa en el trabajo del reconocido economista Olivier Blanchard, quien hace más de 40 años planteó que un déficit manejable es viable bajo ciertas condiciones de crecimiento económico. En este sentido, varias teorías señalan que los países con deudas significativas, como Estados Unidos, pueden mantener déficits elevados sin repercusiones inmediatas.
Cuando las tasas de interés superan el crecimiento del PIB, surgen preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda, una cuestión que también fue revisitada durante la presidencia de Bill Clinton. En esa época, se argumentó que se había desencadenado un ciclo positivo caracterizado por crecimiento económico, reducción del déficit y tasas de interés más bajas, lo que estimuló aún más la inversión y el crecimiento.
Un análisis más reciente revela que el índice de sostenibilidad de Blanchard se vio afectado durante el mandato de George W. Bush, a pesar de las recesiones y los recortes fiscales que precedieron a la Crisis Financiera Global de 2008. Se generaron déficits masivos, pero el índice siguió mejorando, llevando a cuestionar la validez de esta métrica en contextos realistas.
En 2020, las tasas de interés reales comenzaron a aumentar, en parte debido a un desplome inicial de precios ocasionado por la pandemia. Sin embargo, su real incremento se produjo en 2022, tras una decisión de la Reserva Federal, que no fue objeto de análisis en el comentario de Bernstein.
Por otro lado, el economista Lawrence Summers ha manifestado su desaprobación respecto a ciertos proyectos de ley, vinculándolos con un aumento en la relación deuda-PIB. Sin embargo, este análisis podría estar subestimando los efectos en la economía, dado que se proyecta una inflación estable del 2% y un pleno empleo para las próximas décadas.
Bessent ha criticado la postura de Summers, poniendo sobre la mesa las posibles consecuencias fatales de recortes a programas como Medicaid, entre otros. Es vital reconocer que estos recortes son una consecuencia del alarmismo en torno a la deuda, una fijación que se ha vuelto predominante en la discusión presupuestaria.
El Laboratorio de Presupuesto de Yale ha sugerido que la Reserva Federal podría elevar las tasas de interés como respuesta a ciertos proyectos de presupuesto. Sin embargo, esto podría no ser la única opción, ya que la Fed también podría optar por reducir las tasas, lo que afectaría positivamente la carga de la deuda.
La presión sobre la Reserva Federal por parte del poder ejecutivo puede tener un efecto contraproducente, dado su carácter independiente. Sin embargo, existe la posibilidad de que el Congreso tome acciones más directas en la fijación de las tasas de interés, una medida que no se ha implementado en años y podría ser relevante ante la situación económica actual.
Nota: La información presentada se basa en datos hasta el 27 de julio de 2025 y no refleja cambios que puedan haber ocurrido posteriormente.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.