La Unión Europea enfrenta un crecimiento económico frágil, acompañado de nuevos riesgos emergentes, lo que ha llevado a la necesidad urgente de revisar y simplificar el modelo actual de regulación y supervisión bancaria. Este ha sido uno de los puntos centrales del informe sobre regulación y supervisión bancaria, elaborado por PwC.
Los investigadores sostienen que el marco regulatorio que surgió tras la crisis financiera de 2008 ya no se ajusta a las realidades actuales del sector. Según el análisis, el enfoque predominante en el capital como herramienta principal para prevenir crisis ignora los riesgos que han evolucionado. Los tradicionales riesgos financieros, como el de crédito, han dejado paso a amenazas más contemporáneas, que incluyen blanqueo de dinero, ciberriesgos, y problemas de liquidez, entre otros. A pesar de que las exigencias de capital se han más que triplicado en la última década, la tasa de morosidad ha disminuido considerablemente. Esta aparente contradicción sugiere que los llamados “colchones de capital” están lejos de ser efectivos ante los desafíos actuales.
Además, la complejidad del marco normativo, fortalecida por la multiplicidad de autoridades reguladoras en Europa, crea una desventaja competitiva para los bancos europeos en comparación con los estadounidenses, donde ya se está impulsando un proceso de desregulación que podría acentuar esta disparidad. La sobrecarga regulativa no solo dificulta la gestión de las entidades financieras, sino que también obstaculiza su capacidad para desempeñar un rol activo en la inversión y la innovación dentro de la economía europea.
Ante estas cuestiones, el informe propone varias medidas para abordar la problemática de manera efectiva. Entre ellas se destaca la necesidad de poner fin a los crecientes requerimientos de capital, manteniendo, sin embargo, exigencias mínimas específicas para cada entidad. Esta acción podría revitalizar el valor de las acciones en bolsa de los bancos europeos, que actualmente se encuentra por debajo de su valor contable.
Asimismo, se sugiere cambiar el modelo de supervisión, haciendo hincapié en medidas cualitativas que respondan a riesgos de resiliencia operativa y otros aspectos emergentes, en vez de centrarse meramente en el capital. Simplificar el marco normativo también es crucial; se proponen medidas para facilitar las operaciones de titulización y agilizar las obligaciones de información.
Por último, el informe plantea la extensión de los objetivos de los supervisores europeos para incluir no solo la estabilidad financiera, sino también la competitividad y el crecimiento, alineándose con estrategias que han sido adoptadas en otros contextos, como el del Banco de Inglaterra.
Álvaro Benzo, socio responsable de la Unidad de Regulación Financiera y Riesgos de PwC, enfatiza la urgencia de abrir un debate en torno a la complejidad del marco regulatorio actual, ya que representa un obstáculo significativo para la competitividad de las instituciones financieras europeas en el ámbito internacional, además de limitar su capacidad para financiar adecuadamente las actividades productivas en un entorno macroeconómico desafiante.
Así, el informe aboga por una revisión profunda y necesaria del entramado regulador y supervisor que, sin duda, impactará la dinámica del sector bancario europeo.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.