Un niño de seis años recibió inyecciones de testosterona porque sus padres creían que era “muy mariquita”. Esto según el testimonio del periodista Cristian Alarcón, quien recordó esta parte de su vida en un artículo publicado recientemente sobre los distintos tipos de violencia infantil.
En el texto, Alarcón relata cómo sus padres consultaron a un médico porque aseguraban que su hijo se comportaba de forma “afeminada”. El profesional les aseguró que había que reforzar el carácter de Cristian y como resultado de esto, se le suministró una hormona masculina.
Este tipo de violencia hacia los niños ocurre en muchos casos por no cumplir con aspectos estereotipados de la masculinidad o la feminidad. La imposición de estos roles, que son socialmente construidos, pueden generar graves consecuencias para la salud mental de los menores.
En la actualidad, el acceso a información y la lucha por los derechos de diversas identidades y géneros, ha permitido a muchas personas comprender que la orientación sexual o la identidad de género no se definen por los roles que la sociedad ha asignado. Sin embargo, aún queda mucho trabajo por hacer para que las personas comprendan las diferencias y respeten la diversidad.
Es importante recordar que no existen patrones universales de género y que la diversidad es una condición natural de la humanidad. Los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser respetados en su forma de ser y de sentir, y es tarea de la sociedad y de las familias fomentar la construcción de una cultura más justa, igualitaria y respetuosa. Solo así lograremos erradicar la violencia infantil en todas sus formas.
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