Dudas que destruyen el bienestar.

La afición del Club Puebla se encuentra en un mar de incertidumbres, atrapada entre rumores y negociaciones que generan más confusión que claridad. Con la sombra de un posible cambio de propiedad sobre el equipo acechando, los seguidores se preguntan qué rumbo tomará su querido club.

Una reciente propuesta del actual dueño, Manuel Jiménez, ha levantado cejas. Aparentemente, busca asociarse con los empresarios Rivera, propietarios de La Gran Bodega, para habilitar un capital de 80 millones de pesos que cubriría una inminente multa. A cambio, se les presentaría como “dueños” y vicepresidentes del club, aunque el control realmente continuaría en manos de Grupo Salinas. Así, Jiménez mantendría su puesto y su salario de cerca de 600 mil pesos mensuales sin tener voz ni voto en las decisiones del equipo.

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Este tipo de maniobra no es nueva; se recuerda que hace unos seis meses se presentó una oferta similar a la familia Rojo, quienes optaron por alejarse de lo que consideraron una trampa. La incertidumbre sobre quién realmente dirige los destinos del Puebla sigue latente, y la afición no puede evitar sentir que su lealtad está siendo puesta a prueba.

Por si fuera poco, otro rumor inquietante se cierne sobre el equipo: el interés del empresario Emilio Escalante por adquirir la franquicia y trasladarla a la Ciudad de México, potencialmente convirtiéndola en el Atlante. Escalante, conocido por su éxito en el negocio de las vacunas antirrábicas, podría asociarse con conocidos constructores para llevar al Atlante de vuelta al Estadio Azteca.

Este escenario plantea interrogantes cruciales: ¿quiere la Federación Mexicana de Fútbol promover esta reubicación o simplemente firmar un nuevo equipo? Además, la decisión de Grupo Salinas sobre sus franquicias parece ser cada vez más urgente. ¿Se plantean vender? ¿Podrían mantener el status quo o incluso aceptar nuevos socios?

Mientras tanto, la marcha del director técnico Cristante deja un vacío significativo, tras solo tres meses al mando. Las alternativas para su sucesión están sobre la mesa; nombres como Benjamin “Malayo” Mora, Gerardo Espinosa y Leandro Cufré se mencionan como posibles candidatos, y se especula que la decisión podría recaer en la televisora asociada al club.

Puebla necesita respuestas, claridad y, sobre todo, un líder que inspire confianza a una afición que ha sufrido más preguntas que certezas. Conforme se avanza hacia el futuro, la esperanza es que la próxima dirección del club brinde estabilidad y un propósito claro. Mientras tanto, la fanaticada sigue atenta, esperando que los próximos movimientos despejen sus dudas y les devuelvan la pasión que merecen.

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