El Gobierno de Estados Unidos y el de México han intensificado sus esfuerzos para abordar los ataques criminales con drones en la frontera entre ambos países. En una reunión celebrada el 12 de diciembre de 2025 en Ciudad de México, ambos países se comprometieron a fortalecer la cooperación en inteligencia y a desarrollar plataformas analíticas que permitan anticipar y responder de manera efectiva a estos nuevos desafíos, según un comunicado del Departamento de Estado.
Uno de los temas centrales discutidos fue la lucha contra el fentanilo, un opiáceo sintético que ha generado una crisis de salud pública en Estados Unidos, con decenas de miles de muertes anuales por sobredosis. En un acto significativo, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el 11 de diciembre, designando al fentanilo como un “arma de destrucción masiva”, un gesto que enfatiza la gravedad de la situación. “Ninguna bomba causa el daño que esto está ocasionando: se estima que entre 200,000 y 300,000 personas mueren cada año, al menos las que sabemos”, destacó Trump en su discurso.
Las estrategias para combatir el comercio ilícito del fentanilo y otros opioides fueron acentuadas por el Departamento de Estado, que calificó este objetivo como crucial en la cooperación entre ambos gobiernos. En el marco de este esfuerzo, el Grupo de Implementación de Seguridad (SIG, por sus siglas en inglés) ha implementado “acciones decisivas” contra los cómplices y las instituciones financieras que facilitan este comercio ilegal. Esto incluye también acciones contra organismos que fabrican, distribuyen y venden fentanilo y sus precursores.
Pero la reunión no se limitó únicamente a la cuestión del fentanilo. También se abordaron temas como la colaboración en extradiciones, el decomiso de activos y las investigaciones sobre el robo de combustible, otro problema significativo en la agenda de ambos países. Recientemente, Estados Unidos vinculó a una familia estadounidense, los Jensen, con el tráfico de 2,900 cargamentos de petróleo crudo desde México hacia Texas, lo que subraya la compleja red de tráfico que opera en la frontera.
A medida que se discuten estos temas, Washington y Ciudad de México han acordado reunirse nuevamente en enero de 2026 para seguir afinando su colaboración. No es la primera vez que el narcotráfico emerge como un punto central en las políticas de Trump, quien en su primer mes de mandato había calificado a los carteles mexicanos como organizaciones terroristas extranjeras, un enfoque que en su momento generó controversia y preocupaciones sobre una posible intervención militar en México. Sin embargo, la administración de Claudia Sheinbaum ha rechazado de manera firme cualquier sugerencia de intervención extranjera.
El trabajo conjunto entre Estados Unidos y México, mientras enfrenta desafíos cada vez más complejos, marca un punto significativo en una relación crucial para la seguridad y el bienestar de ambas naciones, especialmente en un contexto donde el crimen organizado no solo afecta la vida cotidiana de millones, sino que también plantea serias amenazas a la estabilidad regional. Las acciones que se tomen en los próximos meses definirán cómo ambos países se enfrentarán a estas amenazas emergentes y trabajarán juntos para garantizar la seguridad en la frontera compartida.
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