La ciudad de Mariupol, durante meses fue escenario de muerte y dolor, la artillería pesada y los bombardeos eran el terror de los habitantes día con día. Tras los constantes ataques la región quedo con una infraestructura inhabitable.
La ciudad es clave en la guerra, pues une la zona de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014, y las regiones de Donetsk y Lugansk, en el este, objetivo declarado de la invasión de Putin. En septiembre de 2022, Rusia se anexionó los territorios ocupados, incluida Mariupol.
Las autoridades ucranias aseguran que durante el asedio ruso murieron al menos 25.000 vecinos de esta ciudad, que antes de la guerra tenía 430.000 habitantes. Naciones Unidas confirmó la muerte de cerca de 1.350 residentes, un recuento parcial de un total “probablemente de miles de muertos más”. Otras decenas de miles de personas huyeron o fueron enviadas fuera de Ucrania. Cerca del 90% de los edificios quedaron dañados o destruidos por los ataques.
Una vez bajo su control, Rusia ha empezado un plan de reconstrucción. En apenas seis meses, el Kremlin ha edificado nuevas casas en esta ciudad destruida: una docena de bloques de apartamentos se alzan en la calle Kuprina, al suroeste de la población. Tienen capacidad para unas 2.500 personas. En las siguientes imágenes, captadas por el satélite Sentinel-2 de la Agencia Espacial Europea, se ve cómo el terreno pasa de ser un descampado en las afueras en junio a un complejo residencial en diciembre.
La construcción de nuevas viviendas es parte del plan maestro de reconstrucción de Mariupol por parte de Moscú
El documento, firmado por el Instituto Unificado de Ordenación del Territorio de la Federación Rusa, planea la construcción de 8.750.000 metros cuadrados de viviendas de aquí a 2035, tanto prefabricadas como de obra. También han empezado a demoler los edificios en ruinas.
Las viviendas, construidas por el Ministerio de Defensa de Rusia, disponen de parque infantil, estacionamiento y área para hacer deporte. Los más de 1.000 pisos de este complejo residencial se han entregado gratuitamente a la población. Frente a estos bloques se alza un cementerio de edificios destrozados por bombas, proyectiles y metralla. Solo en el primer mes de asedio, los bombardeos rusos y los combates calle a calle provocaron la destrucción de al menos 365 edificios, según el análisis de UNOSAT, centro de satélites de Naciones Unidas. En ese periodo, según la misma fuente, habían sido bombardeados tres hospitales y siete escuelas, entre otros lugares.
El plan de reconstrucción de Moscú prevé dar preferencia a las viviendas, la remodelación del casco antiguo, la zona del centro y del parque, la creación de una amplia infraestructura de transporte y la reconversión de la acería de Azovstal —el que fue el último bastión de las fuerzas ucranias— en un parque industrial y tecnológico.
El plan de reconstrucción, que se realizará de aquí a 2035, tiene como objetivo reflejar la narrativa de que Rusia ha salvado a la población rusófona de la discriminación ucrania y perpetuar su legado en Mariupol.
Una investigación de Associated Press basada en vídeos y testimonios sobre el terreno apunta a que esta reconstrucción es un pretexto para ocultar los crímenes de guerra que Rusia cometió ocho meses antes, al atacar el teatro, sabiendo que se refugiaban civiles. “Si hubo o no crímenes de guerra es una cuestión que corresponderá determinar a los futuros tribunales”, añade Sánchez, pero que Rusia quiera borrar las pruebas “sería una posibilidad”.
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