Una candidata electoral ha sido asesinada a balazos esta tarde en Moroleón (Guanajuato) cuando participaba en actos de campaña. Alma Barragán era la aspirante a la presidencia de ese pueblo por Movimiento Ciudadano, un partido que lamenta la muerte de su tercer político en menos de dos semanas. El 14 de mayo, las balas acabaron con la vida de Abel Murrieta en Cajeme (Sonora) también en una cita electoral. Y un candidato a síndico por Landa de Matamoros (Querétaro), Arturo Flores Bautista, apareció muerto el pasado domingo. En este último caso, el presunto homicida fue Emmanuel Trejo, hermano del candidato a la presidencia municipal de la demarcación por el PRI, Jonathan Trejo Ramírez. Los tres políticos asesinados en mayo son, pues, del mismo partido. El coordinador nacional de la formación, Clemente Castañeda Hoeflich, ha condenado el crimen contra Barragán en las redes sociales y mandado su pésame a la familia. Además, ha solicitado el esclarecimiento de lo ocurrido y la condena de los culpables, algo difícil en México, donde las altas cotas de impunidad casi impiden hablar de justicia.
México se acerca a uno de los comicios más grandes de su época contemporánea, donde se elegirán alrededor de 20.000 cargos, 15 gobernadores y los diputados de la Cámara de Diputados y de los congresos locales. Pero la violencia está siendo muy acusada, hasta el punto de limar la democracia en la que deben desenvolverse estos procesos. Rara es la semana en que no hay que lamentar un muerto y cada día se suceden las amenazas y las agresiones, no solo contra candidatos, también contra sus colaboradores y familiares.
El ataque contra la candidata por parte de hombres armados ha dejado heridas a dos personas más. Antes de que eso ocurriera, Barragán había dejado un vídeo en el que comunicaba su paradero e invitaba a los vecinos del lugar a acompañarla: “Hola, ¿cómo están? Estoy aquí en La Manguita con Pedro Guzmán. Si gustan acompañarme, vengan para que escuchen mis propuestas, para convivir un momento. Muchas gracias, aquí los espero”. Ya no habrá más propuestas de campaña para esta candidata. Hasta allí llegaron los asesinos con sus pistolas.
La violencia iguala ya esta convocatoria con la de 2018 y más de 230 candidatos han solicitado protección. No es fácil para ellos, puesto que para garantizarla deben informar a las fiscalías de la ubicación de sus actos electorales y no todos se sienten seguros al confiar esta información. A la espera de que salgan los últimos datos mensuales, ya se puede afirmar que las víctimas mortales se acercarán, si es que no superan, las 80 entre políticos aspirantes y candidatos, y las agresiones de toda clase se sitúan alrededor de las 500, un 64% más que en el mismo periodo de 2018. Es la segunda campaña más violenta desde 2000.
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