Tres encapuchados orquestaron un audaz robo en el famoso museo del Louvre, en París, durante la mañana del 20 de octubre de 2025. La entrada de los ladrones, que ocurrió entre las 9:00 y las 9:40 horas, se facilitó mediante un montacargas que se encontraba en una zona en obras del museo. Con una precisión escalofriante, los intrusos rompieron una ventana para acceder a la opulenta galería Apolo, donde se encuentran algunas de las obras más preciadas, incluyendo la Mona Lisa y la Venus de Milo.
Armados con una sierra circular, los ladrones se dispusieron a romper dos vitrinas y apoderarse de novedosas joyas de la colección Napoleón, logrando sustraer un total de nueve piezas de valor incalculable. Entre los tesoros robados estaban la tiara de la emperatriz Eugenia, adornada con perlas y casi dos mil diamantes, y el collar del conjunto de Marie-Louise, que incluye 32 esmeraldas y mil 138 diamantes. A pesar de su éxito, los ladrones dejaron atrás la corona de la emperatriz, que fue posteriormente recuperada por las autoridades en la acera.
El robo, que no duró más de siete minutos y transcurrió antes de que los guardias pudieran reaccionar, suscitó inquietudes sobre la seguridad del famoso museo, considerado el más visitado del mundo. En una evaluación inicial, el ministro del Interior, Laurent Nuñez, destacó que los ladrones parecían conocer perfectamente los sistemas de seguridad del lugar, sugiriendo que se trataba de un grupo experimentado que probablemente realizó un reconocimiento previo.
El alcalde de París, Ariel Weil, no pudo evitar una comparación cinematográfica, aludiendo a la serie de Netflix Lupin, lo que subraya la audacia con la que se ejecutó el delito. Los funcionarios del museo y del gobierno francés expresaron su alarma por este hecho, que evidencia la vulnerabilidad de las instituciones culturales ante el crimen organizado. La ministra de Cultura, Rachida Dati, indicó la necesidad de adaptar las medidas de seguridad a las nuevas formas de delincuencia, afirmando que los museos se han convertido en objetivos atractivos.
Los ecos de este robo resuenan no solo en las paredes del Louvre, sino también en la conciencia pública, donde los visitantes, muchos de ellos turistas, fueron evacuados rápidamente durante el incidente. Un testigo, una turista estadounidense, describió la situación como inverosímil, destacando que nunca esperó que su visita al museo se viera empañada por un robo.
Este evento no es un hecho aislado en la escena del arte en Francia; en años recientes, diversos museos han sido blanco de robos audaces. La fiscalía de París ha abierto una investigación sobre robos a mano armada y organizaciones criminales, bajo un panorama que indica un creciente riesgo para el patrimonio cultural.
Como cierre, queda la firme intención de las autoridades de mejorar las medidas de seguridad en lugares emblemáticos como el Louvre, mientras la comunidad aguarda la recuperación de las piezas sustraídas y el arresto de los responsables de este asalto que, definitivamente, ya ha dejado una huella en la historia del museo.
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