A dos años del ataque de Hamás al festival Nova, una exposición en el histórico aeropuerto de Tempelhof, en Berlín, revive el testimonio de los sobrevivientes y rinde homenaje a las víctimas de aquella mañana del 7 de octubre de 2023, cuando la música se detuvo a las 06:29 horas.
La muestra, titulada “7 de octubre, 06:29 – El momento en el que paró la música”, reproduce parte del escenario y los objetos originales del festival, que se celebraba a escasos cinco kilómetros de la frontera con Gaza. Más de 4.000 jóvenes asistían al evento cuando comenzaron los disparos y el caos.
“Cada vez volaban más cohetes por el cielo, más de lo habitual”, recuerda Roey Dray, sobreviviente de 28 años originario de Beerseva. “Pensé que estaríamos a salvo, pero tuvimos que huir de los terroristas que nos disparaban. Corrí con mi hermano, asegurándome de que estuviera bien”.
Tres de sus amigos no sobrevivieron. “Tenía la responsabilidad de contarle a sus familias cómo había llegado hasta aquí y que sus hijos ya no estaban”, dice con la voz entrecortada.
Otro testimonio conmovedor es el de Ariel Borok, de Tel Aviv, quien perdió a su hermana Anita y al novio de ella, Segev. La pareja fue asesinada cuando intentaba escapar en su coche. “Durante días pensamos que tal vez habían sido secuestrados y llevados a Gaza. Luego los reconocimos en un video. Ver eso fue devastador”, relató Borok a Euronews.
Ambos sobrevivientes se reencontraron en la exposición berlinesa, que ha recorrido ciudades como Tel Aviv, Nueva York, Los Ángeles, Buenos Aires, Toronto y Washington D.C..
El recinto muestra escenas congeladas en el tiempo: tiendas de campaña entre los árboles, vasos a medio llenar en la barra, teléfonos aún conectados al cargador. Sin embargo, al mirar de cerca, se aprecian los agujeros de bala y los vehículos calcinados que dan cuenta de la violencia del ataque.
En una de las paredes, una extensa galería fotográfica recuerda a las víctimas. La instalación estará abierta al público en Berlín hasta el 16 de noviembre de 2025.
“Regresar al lugar del festival me ayuda a sanar”, confiesa Dray, quien visita la zona cada dos meses. “Sé dónde estaba todo. Aunque ya no quede nada, todavía puedo verlo cuando cierro los ojos”.
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