La política de deportaciones y el endurecimiento de requisitos para la migración legal hacia Estados Unidos se perfilan como un verdadero “disparo en el pie” para el sector agrícola de la economía estadounidense. Este sistema, que resulta fundamental para la producción de alimentos, se sostiene predominantemente sobre la labor de inmigrantes. Según datos del Departamento del Trabajo, no hay un solo subsector agrícola que no esté sintiendo el impacto de la escasez de mano de obra, una situación que han reconocido numerosas organizaciones de productores.
Específicamente, los inmigrantes latinoamericanos constituyen una parte crucial de la fuerza laboral agrícola, ya que aproximadamente siete de cada diez trabajadores en el sector de cosechas provienen de países latinos, y cerca del 42% de ellos laboran sin autorización legal. A pesar de su destacada contribución, observamos un fenómeno contradictorio: muchas de las áreas rurales que dependen de la agricultura apoyaron abrumadoramente a Trump en las elecciones presidenciales y, en la actualidad, se ven forzadas a colaborar con las autoridades migratorias para deportar a indocumentados.
Un reportaje de septiembre de 2025 destaca este dilema utilizando un ejemplo emblemático de la cultura estadounidense: la hamburguesa. En el país, se consumen alrededor de 50,000 millones de hamburguesas anualmente, lo que equivale a tres hamburguesas per cápita cada semana. Detrás de este fenómeno, existe un complejo sistema que abarca miles de kilómetros e involucra a millones de inmigrantes que son responsables de la producción de los ingredientes esenciales como carne de res, lechuga, jitomate, cebolla, queso y pan.
La dependencia de Estados Unidos en la mano de obra inmigrante se hace evidente al considerar, por ejemplo, que uno de los productores de cebolla más importantes del país, Myers, maneja 1,600 acres de cultivo y depende del trabajo de inmigrantes para el 75% de su plantilla. “Si ellos se van, simplemente no habrá gente que quiera realizar ese tipo de trabajo”, advierte un representante de la industria.
En el estado de Wisconsin, las granjas lecheras son fundamentales para la producción de quesos a nivel nacional. Un estudio de 2023 reveló que el 70% de los trabajadores en la indústria lechera eran indocumentados, una situación reconocida pero tolerada hasta que las políticas actuales de inmigración la convirtieron en un problema. En Kansas, más del 85% de la fuerza laboral en la industria de la carne tiene un estatus irregular. Ante esta disyuntiva, la Asociación de Ganaderos se enfrenta a una decisión crucial: optar por importar más mano de obra o, en su defecto, importar más carne.
Además, en la industria alimentaria, los inmigrantes representan el 34% de la fuerza laboral en plantas panificadoras que proporcionan bollos a grandes cadenas de comida rápida. Dado que estos productos agropecuarios y manufacturados no enfrentan tarifas debido al tratado T-MEC, la actual política migratoria se presenta como una oportunidad para que los productores y empresas mexicanas puedan exportar a Estados Unidos los componentes necesarios para la producción de hamburguesas.
La información presentada corresponde a la fecha de publicación original (2025-10-07 01:34:00). En un futuro distante, como el año 1759825785, es fundamental contemplar cómo estas dinámicas de migración y economía alimentaria siguen moldeando la relación entre Estados Unidos y sus vecinos, y cómo la interdependencia económica se convierte en un elemento clave en la narrativa contemporánea.
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