Álvaro Mangino, uno de los emblemáticos sobrevivientes del accidente aéreo de Los Andes en 1972, ha fallecido a la edad de 71 años. Este trágico suceso, que marcó la historia de la aviación y la vida de muchos, dejó una huella imborrable en la memoria colectiva, atrayendo la atención mundial por su difícil y extraordinaria narrativa de sobrevivencia.
El accidente ocurrió el 13 de octubre de 1972, cuando un avión uruguayo que transportaba a un equipo de rugby y a sus amigos se estrelló en la cordillera de Los Andes, a más de 4,000 metros de altitud. Tras varios días de incertidumbre y soportando condiciones extremas de frío y hambre, los sobrevivientes se encontraron ante decisiones desgarradoras para su propia supervivencia. Se vieron obligados a recurrir al canibalismo, una medida extrema que ha sido objeto de numerosos debates y análisis éticos desde entonces.
Álvaro Mangino, al igual que sus compañeros, enfrentó desafíos inimaginables que no solo exigieron un gran valor físico, sino también una profunda resistencia mental. Su historia fue contada y reinterpretada a lo largo de los años a través de documentales, libros y películas, destacando la indomable lucha por la vida y la búsqueda de la esperanza en medio de la adversidad. Su testimonio personal contribuyó a un análisis más amplio sobre la psicología de la supervivencia y el valor de la solidaridad humana en circunstancias extremas.
Tras escapar de la tragedia, Mangino dedicó parte de su vida a compartir su experiencia con otros, participando en conferencias y eventos motivacionales. Su relato, cargado de lecciones sobre la vida, la lucha y la importancia de nunca rendirse, ha inspirado a personas de diversas generaciones.
El impacto del accidente en Los Andes ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un fenómeno cultural que explora la capacidad humana de resistencia. Esta narrativa colectiva sigue interesando a historiadores, psicólogos y a un público diverso, reafirmando que, a pesar de las dificultades, la esperanza y la voluntad pueden prevalecer.
El legado de Álvaro Mangino perdura no solo por su historia de supervivencia, sino también por su dedicación a la promoción de la vida y la resiliencia. Su partida deja un vacío, pero su voz sigue resonando, recordándonos la fragilidad de la vida y la fortaleza del espíritu humano en los momentos más oscuros.
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