El reconocido grabador José de Jesús Martínez Álvarez, figura clave de la gráfica mexicana contemporánea y maestro de generaciones, falleció a los 83 años. A través de redes sociales como Facebook y X, sus alumnos, colegas y amigos le rindieron homenaje con mensajes de agradecimiento, destacando su legado artístico, ético y pedagógico.
Originario de Los Sauces, en León, Guanajuato, e hijo de maestros rurales, Martínez Álvarez nació en 1942. Su infancia transcurrió en contacto cercano con los pueblos originarios del Bajío, experiencia que influyó profundamente en su obra.
En la década de 1960, su paso por la ex Academia de San Carlos marcó el inicio de su trayectoria como grabador y activista. Fue un periodo de intensa actividad política y artística, en el que se involucró en diversas causas sociales, incluida la protesta por la matanza de estudiantes en 1968. Su compromiso con la justicia social se reflejó en piezas como la emblemática paloma de la paz atravesada por una bayoneta, imagen que devino símbolo de resistencia ante la represión del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz.
Jesús Martínez también formó parte del Taller de Gráfica Popular, lo que derivó en la fundación del colectivo Nuevos Grabadores. Desde allí impulsó la formación de nuevos artistas y promovió la gráfica como medio de denuncia y memoria histórica.
Entre sus obras más destacadas figura la carpeta No consta en actas, realizada a partir de versos del poeta chiapaneco Juan Bañuelos. En esos grabados, con fondos negros y manchas de rojo sangre, Martínez denunció la violencia de Estado. Esta serie fue incorporada al Archivo de la Memoria Histórica y puede consultarse en línea (ver obra).
El director del Museo Nacional de la Estampa (Munae), Emilio Payán, lo recordó con estas palabras:
“Jesús Martínez fue mi primer maestro de grabado. Con él fundé el taller Tiempo Extra Editores. Marcó la vida de varias generaciones. Su legado está en los tórculos, en el papel de impresión, en los talleres que siguen su ejemplo.”
Añadió que su maestro fue un hombre de convicciones firmes, siempre comprometido con las mejores causas del país, y advirtió sobre la importancia de no dejar morir la tradición del grabado frente al avance de las nuevas tecnologías.
Además de su activismo, Martínez exploró en su obra elementos mitológicos y poéticos. Recurrió a símbolos como el conejo y la Luna —de origen náhuatl— y a formas naturales como los caparazones de tortugas, integrando una visión mística y cultural profundamente enraizada en la tradición mexicana.
En 1995, el Instituto de Cultura del estado de Guanajuato publicó Jesús Martínez: Pasión por el grabado, de Gutierre Aceves, donde se describe una etapa introspectiva en la vida del artista, señalada como el punto más alto de su producción.
Más tarde, Jesús Martínez se dedicó intensamente a la docencia, principalmente en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, donde transmitió su experiencia y valores a nuevas generaciones. En 2006 publicó Historia del grabado en México, editado por Ediciones La Rana, un volumen de referencia que recorre desde los orígenes de esta disciplina hasta sus manifestaciones contemporáneas.
Instituciones como el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) y la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México lamentaron públicamente su fallecimiento, calificándolo como una figura central de la gráfica nacional.
Jesús Martínez Álvarez deja un legado artístico y ético imborrable, y una misión para los jóvenes grabadores: preservar la tradición y mantener viva la fuerza crítica del arte.
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