La reciente jornada electoral ha dejado un rastro de reflexiones y críticas que están empezando a tomar forma desde varias aristas. Se intensifican los reproches dentro del PRI y el PAN hacia la estrategia adoptada por la oposición de abstenerse de votar. Analistas y algunos líderes de estos partidos están cuestionando si, con su decisión de no participar, realmente permitieron que Morena se adueñara de puestos clave en el Poder Judicial.
Entre las voces de desencanto se destacan aquellos del panismo calderonista y los priistas nacionalistas. Estos críticos, que se distancian de las actuales dirigencias de Jorge Romero y Alejandro Moreno, observan con preocupación que los resultados preliminares apuntan a una baja participación electoral. Ellos consideran que, de haberse movilizado para emitir su voto, habrían tenido la oportunidad de retener al menos un puesto crucial en el sistema judicial, como un ministro o una magistrada.
Mientras tanto, en las calles de Reforma, Ciudad de México, cientos de protestas resonaron bajo el lema “Domingo negro”, convocadas por organizaciones como Va por México. Este acto masivo no solo fue una muestra de descontento hacia la jornada electoral, sino también un grito de alerta respecto a la participación ciudadana y su impacto en la justicia.
Por su parte, la oposición orgánica critica el enfoque de las dirigencias, que se ha centrado en exhibir la falta de movilización del gobierno a raíz de la baja participación. Aunque esta óptica tiene su propio mérito, las fuentes consultadas analizan que, ante esa misma baja, si hubieran incentivado la votación, podrían haber conseguido los necesarios votos para que candidatos aliados accedieran a la Suprema Corte o a otros tribunales importantes.
Una de las fuentes señala: “Si nosotros nos hubiéramos organizado para también votar, con alrededor de 600 mil votos podrías haber metido algún ministro”. Este tipo de reflexiones pone de manifiesto la tensión entre estrategias y objetivos dentro de la oposición, mientras se enfrenta a un panorama electoral que sigue evolucionando. La pregunta que queda en el aire es si la omisión de la votación fue una estrategia calculada o un error que podría costar caro en el futuro del país.
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