En México, la adopción de servicios en la nube y su fusión con tecnologías como la inteligencia artificial están cambiando drásticamente la operación, el almacenamiento de información y la toma de decisiones de diversas organizaciones. Sectores como el financiero, la salud, la manufactura y el retail ya están implementando estas herramientas para optimizar procesos y responder de manera ágil a las demandas del mercado.
El panorama empresarial se caracteriza por una rápida digitalización, impulsada tanto por oportunidades de crecimiento como por la presión competitiva. Sin embargo, muchas empresas están optando por soluciones digitales de alcance limitado, enfocándose en áreas específicas que no fortalecen su infraestructura global.
Según el estudio Fintech México 2025, alrededor de mil empresas operan en el sector fintech del país, con un crecimiento anual estimado del 20%. A pesar de ser un ecosistema dinámico, enfrenta retos significativos en cuanto a madurez tecnológica y ciberseguridad. Se estima que el índice de maduración digital del sector ronda el 48%, lo que indica que muchas empresas no cuentan con una infraestructura robusta para operar eficazmente en entornos complejos como la nube.
Este aspecto es crítico, ya que el informe del Centro de Ciberinteligencia de Entel Digital reveló un incremento del 61% en los incidentes de seguridad en entornos cloud durante 2024 en comparación con el año anterior. Las brechas de seguridad, el uso indebido de servicios y errores de configuración figuran como los principales problemas; y notablemente, México concentró el 17% de los ataques de ransomware en la región.
Proteger los datos financieros en la nube requiere una estrategia bien pensada que no se limite a la migración, sino que insista en crear una arquitectura tecnológica enfocada en la seguridad, la resiliencia y el cumplimiento normativo.
De acuerdo con expertos en ciberseguridad, como Ricardo Darling de C3ntro Telecom, algunas de las prácticas más efectivas para salvaguardar los entornos cloud incluyen:
Filtrado DNS y navegación segura: Esta práctica permite bloquear el acceso a sitios web maliciosos antes de que los usuarios entren en contacto, ayudando a prevenir ataques de phishing y malware.
Infraestructura en la nube resiliente y escalable: Contar con respaldo automático, cifrado de extremo a extremo y capacidades ajustables asegura la continuidad operativa frente a incidentes o amenazas. Arquitecturas multicloud interconectadas, gestionadas de forma centralizada, son clave para mantener el rendimiento y cumplimiento normativo.
Segmentación de red y monitoreo continuo: A través de redes definidas por software (SD-WAN), es posible aislar entornos críticos y supervisar el tráfico en tiempo real, mitigando así el riesgo de ataques internos y externos.
Modelo Zero Trust para acceso a sistemas: Este enfoque se basa en la premisa de “nunca confiar, siempre verificar”, validando constantemente la identidad, ubicación y nivel de riesgo en cada intento de acceso.
Capacitación constante del personal: La educación sobre ciberseguridad es fundamental. Programas internos que incluyen simulacros de phishing y protocolos de respuesta son esenciales para reducir errores humanos.
Es crucial entender que la protección de datos en la nube no debe verse como un esfuerzo aislado, sino como parte de una estrategia continua que implica decisiones tecnológicas, protocolos organizacionales y una fuerte cultura empresarial. Las organizaciones que logren integrar estos elementos con visión estratégica no solo mitigarán riesgos, sino que se posicionarán para innovar y crecer en un entorno digital en constante evolución.
La información presentada aquí se basa en datos del 2025, y es relevante que las organizaciones continúen adaptándose y evolucionando en un contexto cada vez más desafiante.
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