La Larga Lucha por la Alfabetización y la Lectura en México
A pesar de más de un siglo de esfuerzos dedicados a fomentar la lectura, los mexicanos leen en promedio solo 3.4 libros al año. Esta cifra resulta alarmante cuando se observa que en el índice de lectura de la UNESCO, México ocupa el triste puesto 107 de 108 países. En 1930, el 57.47% de la población era analfabeta; hoy, esa cifra ha disminuido al 4.7% de casi 130 millones de habitantes. Sin embargo, este avance es parcialmente ilusorio, ya que muchos analfabetas han pasado a ser analfabetas funcionales, lo que significa que carecen de las habilidades necesarias para aplicar la lectura y escritura en su vida diaria.
La lectura es esencial no solo para el desarrollo personal, sino también para la participación activa en la sociedad. Aquellos que leen más comprenden mejor situaciones complejas y están mejor equipados para navegar en un mundo lleno de información. La creatividad, impulsada por la imaginación que se desarrolla a través de la lectura, es también un aspecto fundamental para el progreso social.
Históricamente, han existido cuatro campañas significativas contra el analfabetismo en México: las de 1921, 1936, 1937 y 1944. La primera, la más emblemática, fue liderada por José Vasconcelos, quien desde la Universidad Nacional Autónoma de México y la Secretaría de Educación Pública, promovió la creación de escuelas rurales y bibliotecas, llevando libros a las zonas más remotas del país.
Los esfuerzos de Lázaro Cárdenas en 1936 y 1937 se centraron en la alfabetización de adultos en situación de marginación. Cárdenas priorizó la producción de materiales educativos accesibles, dejando de lado las ediciones literarias costosas. Su foco estuvo en folletería sobre temas prácticos como agricultura e higiene, y estableció la obligación de asistir a escuelas nocturnas para adultos que no sabían leer ni escribir.
La última de estas campañas, en 1944, bajo la dirección de Jaime Torres Bodet, buscaba promover la unidad nacional y apoyar la industrialización, pero el legado de estas iniciativas ha sido limitado. A lo largo de los años, aunque se han repetido las mismas fórmulas de fomento a la lectura, ninguna ha logrado realmente interiorizar su importancia en la sociedad mexicana contemporánea.
Hoy en día, el uso de nuevas tecnologías ha modificado drásticamente la manera en que los jóvenes acceden a la información. En China, por ejemplo, se ha implementado una fuerte campaña de fomento a la lectura digital, haciendo uso de teléfonos y computadoras, plataformas que se han convertido en cruciales para conectar a millones de personas con el mundo.
Investigadores especializados han destacado que satisfacer las demandas de lectura digital de los jóvenes es clave para el crecimiento de este sector. Las nuevas generaciones eligen la lectura digital no solo por la comodidad, sino también por su carga emocional y la experiencia que ofrecen. La posibilidad de comentar y compartir contenidos digitales crea un sentido de conexión social inmensa. La lectura digital permite una comprensión más profunda y mejor acceso a recursos, mientras que su costo y facilidad de búsqueda ofrecen ventajas significativas.
A pesar de estas oportunidades, un desafío importante sigue siendo la competencia con las múltiples alternativas de entretenimiento que existen en línea. Las plataformas de lectura deberían aprovechar tecnologías como el big data y la inteligencia artificial para ofrecer recomendaciones personalizadas, mejorando así la experiencia del usuario.
La situación actual de la lectura en México invita a la reflexión: ¿son suficientes los esfuerzos realizados en el pasado? Con cerca de 95 millones de teléfonos celulares en circulación, las nuevas estrategias deben adaptarse al mundo digital actual. La oportunidad de fomentar una cultura de lectura que trascienda los métodos tradicionales es real, y con el apoyo adecuado a la infraestructura digital y las bibliotecas comunitarias, se puede transformar el panorama lector del país.
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