La reciente decisión de la Empresa Nacional Hidroeléctrica de India (NHPC) de reducir en un 90% el caudal del río Chenab ha intensificado la tensión entre India y Pakistán, un conflicto que ya tiene profundas raíces históricas. Este río, que forma parte de la cuenca del Indo y que se origina en el Himalaya, es vital para el suministro de agua a Pakistán.
La reducción del caudal es atribuida al cierre de las esclusas de la presa de Baglihar, que también ha sido objeto de dragado para aumentar su capacidad de almacenamiento. Un vocero anónimo de la NHPC confirmó que este proceso de mantenimiento se inició recientemente y que, en el futuro cercano, se llevará a cabo una operación similar en la presa de Kishanganga, que representa un importante proyecto hidroeléctrico en la región.
La alarma se eleva aún más al considerar el contexto de violencia reciente, donde India ha acusado a Pakistán de estar involucrado en un atentado que dejó 26 muertos en Pahalgam, en la Cachemira controlada por India. En respuesta, el gobierno indio ha suspendido el Tratado de Aguas del Indo, que había garantizado la entrega del 80% del caudal de los ríos de esta cuenca a Pakistán. El clima de desacuerdo se ve reforzado por la suspensión de importaciones y las restricciones al comercio marítimo entre ambas naciones.
Pakistán, por su parte, ha respondido con amenazas firmes. El Comité de Seguridad Nacional de este país ha declarado que consideraría cualquier desvío o bloqueo del agua como un “acto de guerra”, y su ministro de Defensa ha advertido que tomarán acciones contra cualquier infraestructura que infrinja el tratado. Los recientes ensayos de misiles balísticos por parte de Pakistán subrayan la seriedad de la situación.
Las tensiones sobre la región de Cachemira, disputada por ambos países desde 1947, añaden una capa de complejidad a este conflicto. Con una historia de dos guerras y un breve pero significativo enfrentamiento militar en 1999, el equilibrio de poder es delicado, y la tregua vigente desde 2003 se siente frágil.
Este panorama, marcado por acciones concretas y advertencias serias de ambas partes, indica una escalada peligrosa que va más allá del simple enfrentamiento militar, ya que podría tener repercusiones devastadoras en la vida de las personas que dependen de estos ríos. La tensión no solo se mide en armas y balas, sino también en la accesibilidad al agua, un recurso fundamental cuya gestión es objeto de disputa. La comunidad internacional permanece atenta, mientras ambos países parecen estar al borde de una conflictividad mayor que podría alterar más de medio siglo de relaciones hostiles.
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