La Inteligencia Artificial (IA) ha dejado de ser un concepto futurista para convertirse en una parte fundamental de nuestro día a día en 2025. Este año ha sido testigo de la consolidación de modelos de IA que razonan y actúan de una manera cada vez más similar a los humanos. La revista Time, en un gesto histórico, otorgó su máxima distinción al grupo conocido como los “Arquitectos de la IA”, destacando a personalidades clave como Jensen Huang (Nvidia), Sam Altman (OpenAI) y Elon Musk (xAI). Estas figuras han sido comparadas con los obreros que construyeron los emblemáticos rascacielos de Nueva York en el siglo XX, simbolizando la transformación radical que está ocurriendo en nuestra sociedad.
Este grupo, que también incluye a líderes del ámbito como Demis Hassabis (Google DeepMind) y Fei-Fei Li, apodada la “madrina” de la IA, ha permitido que esta tecnología influya en diversas áreas, desde la geopolítica hasta la economía global. Time subraya que la IA está emergiendo como la herramienta más relevante en la competencia entre potencias, comparable al impacto de las armas nucleares.
El año 2025 ha sido significativo en cuanto a herramientas y modelos de IA. La llegada de modelos multimodales y de razonamiento profundo ha permitido una colaboración más efectiva entre humanos y sistemas, que ahora pueden procesar video, audio y texto simultáneamente. Dentro de los lanzamientos más destacados se encuentra el GPT-5 de OpenAI, presentado en agosto y seguido por una versión mejorada en diciembre. Google, por su parte, lanzó Gemini 3 Pro, capaz de gestionar grandes volúmenes de datos en tiempo real, mientras que Gemini 3 Flash se ha vuelto el estándar en velocidad para buscadores. Anthropic también ha emergido con su modelo Claude, presentado como una alternativa ética en un mercado competitivo.
Desde un punto de vista económico, el impacto de la IA ha alcanzado dimensiones colosales, redescribiendo las estructuras del mercado global. Nvidia ha consolidado su posición al alcanzar una valoración de mercado por encima de los 5 billones de dólares, convirtiéndose en la empresa más valiosa del mundo. Esta tendencia de inversión es evidente al observar que el gasto mundial en infraestructura y desarrollo de IA cerrará 2025 en torno a 1.5 billones de dólares, lo que representa aproximadamente el 2% del PIB mundial. Sin embargo, este auge trae consigo importantes cuestionamientos sobre el futuro del trabajo. Firmas como McKinsey proyectan que para el 2030, hasta un 30% de las tareas laborales en Estados Unidos podrían estar automatizadas. Este fenómeno ha suscitado preocupaciones sobre si asistimos a una nueva era de productividad o si, por el contrario, estamos ante una burbuja especulativa que podría desafiar la estabilidad económica global.
El año 2025 también ha estado marcado por la controversia y la regulación. La adopción acelerada de la IA ha llevado a una “resaca” ética, donde incidentes trágicos, como suicidios de adolescentes vinculados a interacciones con chatbots, han impulsado a empresas como OpenAI a reforzar controles parentales. Asimismo, un incremento en la difusión de contenido de mala calidad generado por IA ha alimentado la desinformación. En respuesta, la Unión Europea ha puesto en marcha el AI Act, el primer marco legal integral para regular los riesgos asociados a esta tecnología.
En el contexto mexicano, 2025 ha representado un año de contrastes. Mientras la industria muestra un creciente interés por la inversión en IA, las autoridades financieras se mantienen alerta ante los riesgos. Según Marcio Aguiar, directivo de Nvidia para América Latina, México se encuentra “despertando” en términos de su ecosistema tecnológico, buscando ganar independencia a través de la soberanía tecnológica. Sin embargo, el Banco de México ha señalado a la IA como un riesgo explícito para la estabilidad financiera, destacando el uso de esta tecnología por parte de delincuentes para optimizar ataques cibernéticos.
Este año, México no está llegando tarde a la adopción de IA, pero se encuentra en una fase inicial, donde el desafío será transformar el entusiasmo inversor en una infraestructura robusta, capaz de garantizar la ciberseguridad y formar talento competente. En resumen, el panorama de la IA en 2025 es tanto prometedor como inquietante, ofreciendo oportunidades significativas pero también planteando serios desafíos éticos y económicos.
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