La Resiliencia del Grabado en México: Un Legado Olvidado y Recobrado
La Sociedad Mexicana de Grabadores (SMG), establecida en 1947, fue una de las instituciones más importantes en la promoción del grabado en México, y su actividad se extendió hasta 1971. Una investigación reciente llevada a cabo por Eduardo Espinosa Campos ha arrojado luz sobre el papel fundamental que esta sociedad desempeñó en la historia del arte gráfico del país.
A lo largo de sus casi 25 años de existencia, la SMG vio pasar nombres relevantes como Carlos Alvarado Lang, Angelina Belof, Erasto Cortés Juárez, Lola Cueto, Amador Lugo y Ángel Zamarripa, pero muchos de esos artistas han caído en el olvido. Según Espinosa Campos, gran parte de su labor se enfocó en la educación y la difusión del grabado, en lugar de la producción personal. Este enfoque, aunque valioso, puede haber contribuido a su descenso en la memoria colectiva.
El libro titulado Sociedad Mexicana de Grabadores (1947-1961), publicado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), busca redescubrir los 49 artistas que integraron la SMG y su obra, ya que “han sido olvidados de manera injusta”, según el autor. Espinosa Campos comenzó su investigación en 1983, teniendo como primer encargo revisar el archivo personal de Amador Lugo para una exposición, lo que lo llevó a descubrir valiosos catálogos que mencionaban a la sociedad.
Uno de los hitos de esta investigación se remonta a 1951, cuando el historiador Cortés Juárez publicó El grabado contemporáneo (1922-1950). Este libro proporcionó las primeras claves sobre los fundadores de la SMG, y a través de registros en el boletín Estampa, el investigador pudo confirmar la fluctuante membresía de la agrupación, que contaba con la presencia constante de Lugo y Zamarripa.
En un esfuerzo por mantener esta historia viva, en 2016 Espinosa Campos comisionó la exposición La Sociedad Mexicana de Grabadores (1947-1971): Una plataforma para la promoción y difusión de la estampa en el Museo Nacional de la Estampa. Esta muestra no solo apeló a la memoria de la SMG, sino que también permitió a Espinosa Campos contactar a familiares de artistas, ampliando el alcance de la exhibición.
La SMG se destacó entre otras agrupaciones de su época, como el Taller de Gráfica Popular (TGP), siendo la primera una plataforma de libertad para la exhibición artística, desvinculándose de la carga política que a menudo limitaba a otros colectivos. En un periodo donde las expresiones artísticas comenzaban a diversificarse, la SMG se convirtió en un espacio donde se defendían las técnicas tradicionales del grabado, al tiempo que se abría a nuevas corrientes y creadores.
Espinosa Campos subraya la complejidad del grabado, que exige un conocimiento riguroso y una precisión que puede estar ausente en otras disciplinas artísticas. Además, destaca que la SMG fue crucial en la organización de exposiciones y eventos que permitieron mantener vivo el grabado en una época de transformaciones artísticas.
El legado de la Sociedad Mexicana de Grabadores es un testimonio de que la historia del arte en México no se limita a las figuras más reconocidas, sino que también incluye a aquellos que, aunque menos visibles, han contribuido de manera significativa a la riqueza cultural del país. Con cada esfuerzo por recuperar y difundir este patrimonio, se abren nuevas avenidas para el reconocimiento de estos artistas olvidados, recordándonos que su historia merece ser contada y celebrada.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.