Líbano vive un momento crítico tras un reciente ataque aéreo israelí en las cercanías de Nabatieh, que ha dejado al menos una persona muerta y ocho heridas, según el Ministerio de Sanidad del país. El Ejército israelí ha afirmado que su objetivo era infraestructura de Hezbolá, incluyendo armas y túneles subterráneos. Esta ofensiva se produce en un contexto de tensiones crecientes, donde Israel ha acusado a Hezbolá de reagruparse y mantener su arsenal, desafiando el alto el fuego estipulado por Estados Unidos en noviembre.
A pesar de estos ataques, Hezbolá no ha ofrecido una respuesta inmediata. El panorama se complica con las crecientes presiones sobre el Estado libanés para desarmar al grupo, que se muestra firme en su decisión de conservar sus armas mientras Israel continúe controlando parte de su territorio y lleve a cabo ataques contra Líbano. Este control incluye cinco colinas del sur del país, ocupadas por Israel desde su invasión terrestre del año pasado.
El primer ministro libanés, Nawaf Salam, ha hecho un llamado a la acción. Durante una reunión con autoridades en Baalbek, una ciudad que sufrió gravemente en la ofensiva israelí previa al alto el fuego, Salam destacó la determinación del gobierno en acelerar la retirada israelí. “No escatimaremos esfuerzos para liberar nuestro territorio”, afirmó ante la prensa.
Aunque Hezbolá sostiene que se ha desarmado considerablemente en el sur del río Litani, Israel continúa acusándolo de intentos de reorganización. La situación es alarmante; las instituciones públicas han cerrado en la región y las familias acudieron con urgencia a las escuelas para recoger a sus hijos tras las incursiones aéreas. En medio de un alto el fuego que debería haber traído paz, los ataques israelíes han persistido, con registros de agresiones en el sur de Beirut en tres ocasiones, a raíz de lanzamientos de cohetes desde la zona sur, atribuidos a los milicianos de Hamás.
Cabe recordar que el acuerdo de alto el fuego de 2006 estipulaba que tanto Israel como Hezbolá debían retirar sus fuerzas del sur del Líbano, dejando el área bajo control del Ejército libanés y fuerzas de paz de la ONU. Este acuerdo tenía como visión a largo plazo desarmar a todos los grupos no estatales y poner un fin a la presencia militar israelí en el país.
La tensión sigue latente en la región, dejando a la población libanesa en un estado de incertidumbre constante. Las reacciones y las decisiones que se tomen en los próximos días serán cruciales para determinar el futuro de la paz en Líbano, incluso mientras el mundo observa con preocupación el desarrollo de estos acontecimientos.
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