Joan Manuel Serrat rechaza su jubilación

En un vibrante encuentro en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, el reconocido compositor y cantautor Joan Manuel Serrat capturó la atención de una sala repleta con su ingenio y carisma. Con una frase, “La jubilación es una palabra fea… y además es mentira: he renunciado a cualquier tipo de jubilación”, Serrat no solo rompió el hielo, sino que también sentó las bases para un diálogo reflexivo sobre el arte, la vida y su relación con México, en el marco de la presentación del doctorado honoris causa que recibiría de la Universidad de Guadalajara.

A sus 81 años, el artista barcelonés hizo gala de su característico humor e ironía en un ambiente que, aunque inmerso en la tensión típica de estos eventos, se desbordó en risas. Regresó a México, un país donde ha forjado una conexión afectiva profunda desde sus primeras visitas en los años 70, y especialmente durante su exilio forzado en 1976, cuando halló en tierras mexicanas un refugio seguro tanto cultural como emocional.

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Serrat evocó sus orígenes en un barrio obrero de Barcelona, de gente inmigrante que llegó en busca de una vida mejor. “Ese territorio es mi único verdadero material creativo”, declaró, refiriéndose a las mutaciones que ha vivido su ciudad natal, que ahora acoge a latinoamericanos y árabes en busca de oportunidades.

El artista también se refirió a su legado musical, menciona su conexión con poetas como Antonio Machado y Miguel Hernández, cuyo trabajo musicalizó porque en ellos encontró canciones que resonaban con su propia voz. “Si la gente no hubiera encontrado buenas canciones, no habría encontrado al poeta”, expresó, recordando su agradecimiento hacia Gustavo Benedetti y la importancia de la poesía en su música.

En sus reflexiones, Serrat abordó momentos críticos en la historia de América Latina, como el golpe de Estado en Chile en 1973, el cual simbolizó la pérdida de grandes esperanzas en la región. Una anécdota de deportación en 1988, donde grabó un mensaje en un baño de avión, añadió un toque personal a su relato sobre la lucha por la justicia y la dignidad en el continente.

La juventud, un tema que siempre despierta interés, fue otro punto de su charla. Serrat apuntó con humor que, aunque muchos se consideren jóvenes mientras se sientan así, su cuerpo no siempre comparte esa opinión. Clarificó que para él, la juventud es más una actitud que una mera cifra en el calendario: “Es un espíritu de rebeldía y curiosidad, un estado que no permanece para siempre”, reflexionó.

Finalmente, el cantautor dio un giro hacia la humildad que siente al ser galardonado con el doctorado honoris causa, destacando su gratitud hacia el público que lo ha acompañado a lo largo de su vida. “Regresar a México siempre me resulta especial por la calidez de su gente y por la relación profunda que he construido con el país a lo largo de los años”, concluyó, dejando a los asistentes con una mezcla de nostalgia y esperanza para el futuro.

Este encuentro se convierte en una celebración de la literatura, la música y la conexión humana, en un momento donde las palabras de Serrat resuenan más relevante que nunca.

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