Un juez federal de Estados Unidos ha emitido una orden al gobierno del presidente Donald Trump para que facilite el regreso de un guatemalteco que fue deportado a México. Este individuo, identificado por las iniciales O.C.G., había estado protegido contra la deportación a su país de origen, según una decisión de un juez de inmigración. Sin embargo, se le subió a un autobús y se le envió de regreso a México, una acción que, según el juez de distrito Brian Murphy, “carecía de cualquier apariencia de debido proceso”.
Tras su deportación, México lo envió de nuevo a Guatemala, donde actualmente se encuentra escondido. Documentos judiciales indican que este guatemalteco enfrenta el riesgo de persecución o tortura si regresa a su país, pero también teme volver a México, donde había sido víctima de violencia, incluyendo una agresión sexual y un intento de rescate mientras buscaba asilo en EE. UU.
Murphy destacó que O.C.G. no representa ninguna amenaza para la seguridad y subrayó el horror de su situación, describiendo el proceso de deportación como un error grave. Aunque el gobierno estadounidense argumenta que el individuo estaba en el país de manera ilegal y que su devolución a México era una medida adecuada en espera de su solicitud de asilo, el juez no sostiene ese argumento. La subsecretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Tricia McLaughlin, calificó este fallo como el de un “juez federal activista” y expresó la esperanza de que una corte superior rectifique esta decisión.
Este caso se suma a una creciente lista de decisiones judiciales en contra de las políticas de deportación bajo la administración de Trump. En situaciones recientes, se han reportado errores, como la deportación incorrecta de Kilmar Ábrego García, un salvadoreño que había vivido en Maryland durante 14 años y fue enviado de vuelta a una prisión en El Salvador, pese a que había sido cautivo de la injusticia.
La Corte Suprema de EE. UU. afirmó que el gobierno debía facilitar el regreso de Ábrego García, desestimando la afirmación de la Casa Blanca de que no podían recuperarlo. En su fallo sobre el caso de O.C.G., el juez Murphy hizo hincapié en que la solicitud para facilitar su regreso no debería ser complicada, dado que no está sujeto a la detención por parte de ningún gobierno extranjero.
En resumen, la decisión del juez Murphy de ordenar el regreso de O.C.G. plantea importantes preguntas sobre la legalidad y la ética de las políticas de deportación actuales, reflejando un contexto más amplio de dificultades y decisiones controvertidas que enfrentan los migrantes en su búsqueda de asilo y seguridad.
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