Gerty Cori: Pionera de la Bioquímica y su Legado Científico
Gerty Theresa Cori, nacida el 15 de agosto de 1896 en Praga, una ciudad que en ese momento formaba parte del Imperio Austrohúngaro, se erigió como una de las figuras más destacadas en la historia de la ciencia del siglo XX. Reconocida por ser la primera mujer galardonada con el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, su pasión por el conocimiento y su colaboración con su esposo, Carl Cori, marcaron un hito en el estudio del metabolismo de los carbohidratos.
Su carrera académica comenzó en la Universidad Alemana de Praga, donde se graduó en 1920. Durante su tiempo en la universidad, cultivó un notable interés por la bioquímica, un campo en plena formación que despertó su curiosidad científica. Fue allí donde conoció a Carl, quien también se convertiría en su compañero de vida y trabajo. Juntos, compartieron una visión idealista sobre cómo la ciencia puede transformar la vida humana.
En 1922, la situación política y económica de Europa impulsó a la pareja a emigrar a Estados Unidos, donde se unieron al Instituto Estatal para el Estudio de Enfermedades Malignas en Buffalo, Nueva York. A pesar de las dificultades que enfrentó Gerty para establecerse en un entorno predominantemente masculino, su tenacidad la llevó a colaborar estrechamente con Carl, lo que resultó en valiosas publicaciones científicas.
El verdadero momento de consolidación de su carrera se dio en 1931, cuando se trasladaron a la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri. Aquí, Gerty Cori se destacó al descubrir la glucosa-1-fosfato, conocida posteriormente como “éster de Cori” y su trabajo culminó en el desarrollo del famoso ciclo de Cori. Este ciclo describe cómo el cuerpo convierte la glucosa en energía durante la actividad muscular, reutilizando los subproductos del metabolismo. Esta misión fue crucial no solo para comprender el metabolismo humano, sino también para el tratamiento de enfermedades como la diabetes, mostrando las implicaciones prácticas de su investigación.
A pesar de ser diagnosticada con mielofibrosis en 1947, la misma año en que recibió el Nobel, Gerty nunca abandonó su pasión por la ciencia. Siguió trabajando y mentorando a jóvenes científicos durante casi una década más. Su humildad y compromiso con el avance del conocimiento científico la convirtieron en un modelo para futuras generaciones de investigadores.
Falleció el 26 de octubre de 1957, a la edad de 61 años, en St. Louis. Su vida y sus logros continúan siendo un ejemplo palpable de cómo el trabajo colaborativo y la dedicación pueden contribuir al progreso científico y al bienestar humano.
El impacto de Gerty Cori en el campo de la bioquímica es innegable. Gracias a su incansable esfuerzo y su colaboración con Carl, se establecieron importantes bases para la comprensión del metabolismo, lo que sigue siendo vital en la investigación médica contemporánea. Su legado persiste, no solo en los libros de historia, sino también en el desarrollo de tratamientos que han mejorado la calidad de vida de millones de personas con trastornos metabólicos.
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