El reciente asesinato de un empresario sinaloense en el corazón de Ciudad de México ha desencadenado un ajuste de cuentas que podría marcar el ocaso de Los Chapitos, la facción de los hijos de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán. En este contexto, la caída de Óscar Medina, alias ‘El Panu’, jefe de seguridad de Los Chapitos, se perfila como una de las heridas más severas en la estructura del cartel. Este golpe sigue a la fractura interna del Cartel de Sinaloa, que desde 2023 ha estado en guerra con el grupo de Los Mayos, una facción que alguna vez fue considerada aliada.
En estos últimos años, las acusaciones de Estados Unidos contra los hermanos Iván, Jesús Alfredo y Ovidio Guzmán por sus operaciones de fentanilo han puesto aún más presión sobre la organización. La persecución ha resultado en la eliminación de varias figuras clave del cartel, lo que ha debilitado su operación.
La reciente captura y muerte de sus altos mandos, incluidos ‘El Nini’, considerado el tercero en comando, y ‘El Perris’, quien asumió el liderazgo tras la detención de su predecesor, muestran un patrón de debilitamiento. ‘El Nini’ fue arrestado en 2023, y su caída aceleró la descomposición de Los Chapitos. Posteriormente, ‘El Perris’ fue abatido en mayo de 2025 en un enfrentamiento con el Ejército mexicano, lo que dejó a los hermanos Guzmán más vulnerables.
Con la captura de múltiples miembros y jefes de seguridad—como ‘El Piyi’ y ‘El 200’, que ayudaron a coordinar operaciones violentas—la situación ha continuado deteriorándose. Esta presión ha llevado a que López Obrador refuerce la seguridad en Sinaloa, desplegando hasta 12,000 tropas para contener la violencia. Sin embargo, la región sigue siendo un epicentro de conflicto, con casi 1,500 arrestos y más de 100 muertos en operaciones de combate al narcotráfico.
Figuras adicionales, como ‘El Jando’, un piloto clave del cartel, y ‘El Güerito’, encargado de la logística de drogas, también han caído en las redes de las autoridades. Su detención en febrero de 2025 refuerza la narrativa de que la facción podría estar ante sus últimas cartas, debilitada no solo por la traición interna, sino también por la presión incesante del gobierno mexicano y la cooperación internacional.
Los acontecimientos recientes sugieren que el pulso de Los Chapitos se debilita cada vez más. La intersección de lealtades traicionadas y la presión gubernamental han generado un ambiente donde la supervivencia del cartel se pone en duda. Mientras tanto, la guerra contra el narcotráfico continúa, dejando a las comunidades sinaloenses atrapadas en medio del fuego cruzado. La historia del Cartel de Sinaloa no solo es una crónica de poder y violencia, sino también del sacrificio de innumerables vidas en su curso.
En este contexto, la lucha por el control del narcotráfico en México avanza, y Los Chapitos parecen estar enfrentando un final oscuro, cada vez más cercanos a la extinción.
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