El 12 de mayo de 2025, un juez en Jalisco vinculó a proceso a los miembros de la banda musical “Los alegres del barranco”. Esta decisión judicial se basa en la acusación de violar el artículo 142 del Código Penal del estado, que castiga a quienes provocan públicamente a cometer delitos o hacen apología de estos, bajo ciertas condiciones. En este caso, la fiscalía considera que la agrupación incurrió en apología del crimen al interpretar un corrido que enaltece al líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), incluyendo letras que narran la violencia asociada a la delincuencia organizada.
El contenido de la canción incluye líneas que abordan temas relacionados con el uso de armas y la lucha de poder, lo que ha posicionado a la banda en el centro de una discusión sobre libertad de expresión versus la incitación al delito. A pesar de su preocupación por la implicación legal de su actuación, algunos defienden que la letra representa una narrativa artística y no una incitación directa al crimen.
Este caso plantea interrogantes más amplias sobre la constitucionalidad del artículo 142, especialmente en su ambigüedad en términos de lo que se considera “vicio”. La aplicación de esta norma en situaciones que involucran expresiones artísticas, como la música, abre un debate sobre hasta dónde llega la protección de la libertad de expresión.
Además, esta situación invita a reflexionar sobre el impacto de la legislación en el ámbito cultural. Si se comienza a penalizar la música que hace alusión a narcotraficantes, se corre el riesgo de establecer un precedente que también afecte a otras formas de expresión artística, como series, novelas y publicaciones periodísticas que abordan temas relacionados, incluso, con la legalización de drogas. Este movimiento hacia una censura cultural puede evidenciar un giro autoritario en las políticas públicas, preocupante para el futuro del discurso crítico en la sociedad.
En última instancia, la creciente criminalización de la música en relación con el narcotráfico puede estar sembrando las semillas de una represión no solo sobre artistas o músicos, sino sobre cualquier expresión que desafíe al status quo. Este fenómeno merece un análisis profundo que trascienda la simple condena y busque entender las implicaciones culturales y sociales que conlleva.
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