A mediados de diciembre de 2025, las búsquedas en Google sobre la ‘supergripe’ causada por el virus H3N2 alcanzaron un notable pico en México, impulsadas por la difusión de desinformación que anunciaba el inicio de una “nueva pandemia”. Sin embargo, se trata de un virus conocido, que ha cobrado notoriedad recientemente debido a mutaciones que han incrementado su circulación, afectando tanto a regiones del hemisferio sur como del norte, donde la temporada de influenza se ha anticipado en lugares como Europa y Japón. A diferencia de la crisis sanitaria provocada por el SARS-CoV-2 en marzo de 2020, la situación actual no presenta las mismas características alarmantes.
El virus H3N2 es uno de los principales causantes de la influenza estacional, que cada año provoca un aumento en las enfermedades respiratorias coincidiendo con la llegada del otoño e invierno. Este virus, junto con el H1N1, es el más prevalente en la temporada de influenza en México, que se extiende generalmente de octubre a mayo. “Los virus de influenza son capaces de mutar y, en ocasiones, sus cambios pueden alterar sus características”, explica Mauricio Rodríguez Álvarez, vocero del programa de riesgos epidemiológicos de la UNAM. Recientemente, el 12 de diciembre, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) instó a los países a reforzar la campaña de vacunación, enfocándose especialmente en los adultos mayores, dado el aumento de casos en Europa, Asia, Estados Unidos y Canadá. Aunque no ha habido reportes de cambios significativos en la gravedad de la enfermedad, históricamente, el A(H3N2) suele tener un mayor impacto en la población anciana.
Rodríguez aclara que el H3N2 no representa una amenaza pandémica en comparación con el SARS-CoV-2. La llegada de este último fue abrupta y no contamos con herramientas de diagnóstico, vacunas ni tratamientos, lo que complicó la respuesta inicial. En contraste, hay múltiples medidas preventivas disponibles para manejar el H3N2, como un sistema de vigilancia epidemiológica, pruebas diagnósticas, y tratamientos antivirales eficaces. Hasta la fecha, no existen evidencias que sugieran que el H3N2 causa una enfermedad más severa que otros virus de influenza o que afecte a grupos etarios de forma distinta.
Los síntomas del virus son consistentes con otros agentes respiratorios, manifestándose como fiebre, tos, dolor de garganta, dolores musculares y fatiga. Según Rodríguez, la caracterización clínica es similar independientemente de si se trata de H1N1 o H3N2. El tratamiento estándar permanece siendo el oseltamivir, el antiviral específico para la influenza.
En México, se han confirmado 952 casos positivos de influenza hasta el 7 de diciembre de 2025, la cifra más baja registrada en los últimos tres años para esa misma semana epidemiológica, con un 71.5% de contagios por H1N1 y un 16.2% por H3N2. El 12 de diciembre se documentó el primer caso en el país de H3N2 subclado K, en un paciente que respondió al tratamiento y se recuperó satisfactoriamente. Se espera que este virus provoque la ola de influenza caracterizada cada año, convirtiéndose en el dominante.
La clave para enfrentar esta situación radica en interrumpir la transmisión de H3N2 y otros virus respiratorios mediante la implementación de medidas sanitarias, como el uso de cubrebocas en presencia de síntomas y la vacunación anual contra la influenza. Con ello, se busca disminuir el riesgo de enfermedad grave y hospitalización en la población.
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