La Jornada: El Dode: mundos en cambio

Miguel Ángel Álvarez Bonaga Salazar, conocido como El Dode, ha dejado una huella profunda en el mundo del arte y la cinematografía mexicana a lo largo de su carrera, que se extiende por más de tres décadas. Desde su primera interacción con una pinza y un tanque de gas, su viaje creativo lo ha llevado a convertirse en un referente de la escenografía y dirección de arte en el cine.

Nacido en la Ciudad de México en 1966, Miguel Ángel fue educado en un entorno que fomentó su interés por las artes desde temprana edad. Hijo de un arquitecto, pasaba horas dibujando y modelando, hallando en la creación un verdadero sentido de felicidad. Esta temprana inclinación lo llevó a fundar Arma Taller SA de CV en los años 90, convirtiéndose en un pilar esencial de la industria cinematográfica contemporánea.

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Su apodo, El Dode, proviene de un hecho curioso de su adolescencia, cuando rapó su cabeza en cuerdas que evocaban el poliedro dodecaédrico. Esto refleja su carácter explorador y su deseo de innovar. En 2017, fundó Zopilote Inc, un taller que promueve la enseñanza y práctica de procesos fotográficos antiguos. Aquí, Miguel Ángel explora técnicas singulares que él mismo ha investigado durante siete años, tales como la cianotipia, el Van Dyke, la calitipia y el heliograbado. Estas metodologías, que utilizan luz solar y procesos químicos complejos, muestran su meticulosa atención al detalle y su afán por el aprendizaje continuo.

Antes de dedicarse plenamente a la fotografía, El Dode exploró otras áreas creativas. Desde la joyería hasta la cerámica, siempre con la intención de hallar la forma perfecta. Su experiencia en el teatro, colaborando con figuras como Martha Helión y Jesusa Rodríguez, le proporcionó una base sólida que más tarde se traduciría en éxitos cinematográficos. Su trabajo en producciones icónicas, como Y tu mamá también de Alfonso Cuarón y El actor malo, evidencia su versatilidad y capacidad para adaptarse a diversos entornos creativos.

Miguel Ángel Álvarez Bonaga Salazar es admirado no solo por su habilidad artística, sino también por su trayectoria marcada por la innovación y la exploración. Su enfoque en la imagen fija resalta su visión particular del arte, donde cada obra invita al espectador a una interacción más profunda. Así, su vida y trabajo se entrelazan, formando un todo coherente que lo posiciona como ícono de una generación de artistas que han redefinido el panorama artístico en México.

La esencia de El Dode radica en su constante búsqueda de crear universos tangibles tanto en el teatro como en el cine, revelando una inquebrantable pasión por transformar la materia en visión. Su legado perdura no solo en sus obras, sino también en la inspiración que brinda a otros artistas y a la industria cinematográfica en general. Esta dedicación hace de su historia un viaje interesante e inspirador que todavía tiene mucho que ofrecer.

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