La Lucha por un México Mejor: Reflexiones sobre el Estado Actual
En los últimos tiempos, el país ha vivido una serie de situaciones que nos hacen cuestionar nuestro rumbo. Las noticias, las conversaciones cotidianas y las interacciones en redes sociales a menudo giran en torno a los retos que enfrentamos como nación. Un análisis profundo revela que, a pesar de las iniciativas y propuestas, aún existe un lastre que pesa sobre nuestra sociedad: la falta de acción ante problemáticas críticas que afectan a millones de personas.
Una de las realidades más desgarradoras es la triste historia de una madre que perdió a su hija de solo cinco años a causa de una cardiopatía congénita no diagnosticada a tiempo. Este caso no es aislado; en México, las cardiopatías son la segunda causa de muerte infantil, con entre 16,000 y 20,000 nacimientos afectados cada año. A pesar de conocer estos datos, parece que aún toleramos situaciones intolerables, lo que resulta realmente inaceptable y doloroso.
La problemática infantil no se limita a la salud. Las cifras del embarazo infantil son alarmantes. En 2024, más de 56,000 niñas de 16 años o menos dieron a luz, lo que revela un país donde la infancia está en riesgo. La mayoría de estas niñas no llegaron a ser madres por elección, sino víctimas de violencia, abandono y silencio.
La trata de personas es otra área donde el silencio ha predominado. En 2024, más del 77% de las víctimas identificadas fueron niñas y mujeres adolescentes. Esto no es solo un problema de seguridad; refleja la desconexión de una sociedad que ha perdido la capacidad de cuidar a sus miembros más vulnerables.
El ambiente familiar también presenta serias deficiencias. Muchas familias enfrentan situaciones de abuso y violencia que impactan profundamente a sus integrantes. Los casos de desapariciones de jóvenes son un eco doloroso en la sociedad, donde más de 116,000 personas siguen en el limbo de la desaparición, convirtiéndose en números en lugar de rostros familiares.
A pesar de este panorama desolador, hay un destello de esperanza. México tiene una juventud vibrante, una economía emergente y una comunidad empresarial que, si se alinea con principios humanistas, puede ser un agente de cambio. Las empresas familiares, que representan más del 80% del PIB y el 70% del empleo formal, tienen el potencial de ser promotoras del bienestar y la dignidad en el trabajo.
La cultura mexicana, rica en interdependencia y comunidad, puede ser el antídoto contra la fragmentación que enfrenta el país. La clave está en adoptar un enfoque estratégico que priorice el desarrollo humano, asegurando que cada persona tenga la oportunidad de florecer y contribuir al bien común.
Con el tiempo corriendo, es imperativo actuar. Las proyecciones para 2030 sugieren que, sin un cambio significativo, podríamos enfrentar un aumento en la pobreza y la inseguridad. Sin embargo, un esfuerzo colectivo por el camino correcto podría cambiar la narrativa y posicionar a México entre las economías más fuertes del mundo, con justicia social y desarrollo sostenible.
La verdadera celebración de nuestra independencia debe incluir un compromiso renovado hacia la justicia, la protección y la dignidad para todos los ciudadanos. Solo así podremos construir un futuro donde cada mexicano sea valorado y respetado. La esperanza, lejos de ser un simple gesto, es la postura que debemos adoptar frente a los desafíos que enfrentamos.
Con determinación, cada uno de nosotros puede contribuir al bien común, no solo como ciudadanos, sino como agentes de cambio en nuestras comunidades, comprometidos con crear un México donde haya lugar para todos.
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