En una vibrante manifestación por la reivindicación histórica, Malintzin, popularmente reconocida como la Malinche, volvió a recorrer las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México el 29 de noviembre de 2025. Este evento marcó una acción significativa de desagravio, buscando romper con el estigma que la ha etiquetado como traidora a lo largo de más de 500 años.
La representación fue encabezada por la actriz Aketzaly Verástegui, quien encarnó a Malintzin, usando un micrófono para transmitir un poderoso mensaje: “¡Viva la Malinche! ¡Qué traidora ni qué la chingada!” La procesión, parte de las actividades del coloquio internacional “Malintzin: Mujer palabra”, partió del Zócalo hacia el Palacio de Bellas Artes, llevando una imponente efigie de este emblemático personaje femenino.
A lo largo del trayecto, la comitiva se convirtió en un foro público, donde la actriz y su grupo de unas 20 personas interpelaban a los transeúntes sobre su conocimiento acerca de Malintzin. Las respuestas, variadas y a menudo basadas en la tradición escolar, revelaron la persistencia de la narrativa histórica que la presenta como traidora. Algunos participantes, al ser cuestionados, respondían con confusión o resquemor, evidenciando un conocimiento limitado sobre su verdadera historia.
Margarita Cossich, organizadora de la actividad y coordinadora del proyecto “Mujeres del Maíz”, explicó que el objetivo era reexaminar por qué, en pleno siglo XXI, aún se perpetúa esta interpretación negativa. “Hoy se busca cuestionar la etiqueta de traidora que se le ha asignado”, declaró, dando voz a un llamado hacia una comprensión más matizada de su figura histórica.
La actividad, de carácter lúdico, también incluyó un buzón para que los asistentes compartieran sus pensamientos sobre Malintzin. Unos 200 participantes expresaron opiniones diversas, desde quienes reafirmaban su visión de traición hasta aquellos que se cuestionaban por qué aún se mantendría esa narrativa.
El mensaje que resonó a lo largo de la procesión enfatizó sus contribuciones como “una mujer extraordinaria” que, a tan solo 14 años, dominaba al menos cinco idiomas, incluyendo náhuatl, oluteco, chontal, maya yucateco y español. A medida que la procesión avanzaba, se hacía eco de una transformación en la percepción pública, sustituyendo insultos históricos por descripciones de Malintzin como “poderosa” y “valiente”.
Juan, un participante de 40 años, sintetizó el sentir de muchos: “No se puede traicionar a alguien o algo con quien no se tiene compromiso. Es una mujer determinante para la historia de México.” Al concluir la marcha, que duró hora y media, las exclamaciones a favor de Malintzin resonaron en la explanada del Palacio de Bellas Artes, celebrando no solo su legado, sino también el de los pueblos y las lenguas indígenas.
El evento no solo sirvió como un espacio de reivindicación, sino también como un análisis profundo de la memoria colectiva que rodea a esta figura icónica en un tiempo donde el reconocimiento de las voces históricamente silenciadas sigue cobrando relevancia.
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