Frente a una crisis sanitaria sin precedentes, el panorama de la salud en México ha suscitado profundas preocupaciones. En 2023, un desabasto de medicamentos que alcanzó el 30% impactó a millones de ciudadanos, sobre todo a aquellos que luchan contra enfermedades graves como el cáncer. En este contexto, emergieron situaciones alarmantes en las principales instituciones de salud pública, donde más de 15.2 millones de recetas no fueron surtidas en 2022, afectando a personas con enfermedades neurológicas, psiquiátricas, Parkinson e hipertensión arterial. Esta crisis ha conducido a una ola de quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, impulsando a muchos pacientes a buscar justicia a través de vías legales.
Ante esta calamidad, el gobierno mexicano ha decidido establecer un nuevo rumbo a través de un decreto propuesto por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Esta iniciativa tiene como objetivo transformar al país en un líder global en producción e innovación farmacéutica, cimentando un modelo de soberanía en este sector. Enmarcado dentro del Plan México, esta estrategia busca reactivar la producción nacional de medicamentos e insumos esenciales.
El enfoque del decreto se basa en potenciar la capacidad de compra pública del Estado, que asciende a más de 300 mil millones de pesos cada dos años. A través de esta herramienta, el gobierno pretende incentivar a empresas a establecer plantas, laboratorios y centros de investigación en suelo mexicano, especialmente en áreas designadas como Polos de Desarrollo Económico para el Bienestar (Podecobi). Las propuestas incluyen ventajas competitivas en licitaciones públicas, con la promesa de otorgar puntos adicionales a quienes puedan demostrar operaciones locales en el nuevo sistema de compras consolidadas para 2027 y 2028.
Otra faceta del ambicioso plan implica revitalizar a Birmex, con una inversión significativa de 130,000 millones de pesos. Esta empresa estatal actuará como coordinadora entre los sectores público y privado, fomentando un entorno colaborativo para las nuevas inversiones y el desarrollo de infraestructuras. Se prevé la creación de instalaciones bioincubadoras farmacéuticas que impulsen la investigación biomédica y la formación de talentos, además de promover la propiedad intelectual nacional.
Sin embargo, la ruta hacia esta transformación no es sencilla. Miembros de la industria farmacéutica, tanto a nivel nacional como internacional, han expresado inquietudes sobre la exigencia de establecer fábricas como condición para participar en licitaciones. Esta medida, que llega en un contexto donde el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) prohibe tales requisitos, podría generar tensiones. Aunque se contemplan excepciones por motivos de salud pública, cualquier infracción podría resultar en sanciones comerciales o demandas, erosionando la confianza en la economía del país y complicando el acceso al mercado estadounidense.
La Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica (Canifarma) ha manifestado que, aunque la política del gobierno puede ser un aliado en la lucha contra la competencia desleal, es crucial establecer un marco regulatorio claro para evitar sanciones internacionales. La producción local exigida para medicamentos de patente, en particular, podría resultar difícil y contraproducente.
Además, el gobierno ha tomado la iniciativa de transformar el gasto público en salud en una inversión estratégica, buscando que las farmacéuticas involucradas en compras públicas se comprometan a realizar inversiones en infraestructura e innovación. Esto señala un cambio de enfoque donde el Estado pretende ser un actor activo en el desarrollo de una nueva economía de salud.
El comercio exterior también se vislumbra como una herramienta para fortalecer el sector farmacéutico. Con ventas que alcanzaron los 223 mil millones de pesos en 2020, surgen oportunidades para que medicamentos mexicanos ingresen a mercados internacionales. Recientemente, se firmó un acuerdo de colaboración con la US Pharmacopeia para elevar los estándares de calidad de los laboratorios mexicanos, facilitando su acceso al mercado estadounidense.
El camino hacia la soberanía farmacéutica está lleno de desafíos. Sin embargo, el gobierno federal ha delineado una visión clara para que el Plan México no solo aborde una crisis inmediata, sino que se convierta en un instrumento que transforme el país, llevando a México de la escasez a la autosuficiencia y de un sistema de gasto a uno de inversión y crecimiento.
La situación es delicada, pero el enfoque audaz que busca redefinir el futuro de la salud y el desarrollo industrial en México ya está en marcha. En este panorama, el compromiso de todos los actores involucrados será fundamental para lograr un cambio significativo.
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