El Partido Laborista de Noruega, bajo el liderazgo del primer ministro Jonas Gahr Støre, ha emergido victorioso en las recientes elecciones generales realizadas el pasado lunes. Este triunfo del bloque de centro-izquierda ha sido tanto ajustado como claro. Con un escrutinio mayoritario de los votos, el bloque izquierdista, compuesto por cuatro partidos, ha conseguido asegurar 89 escaños, superando el umbral necesario de 85. En contraste, la coalición de centro-derecha, liderada por el Partido del Progreso y los Conservadores, se quedó con 80 escaños.
Durante su discurso en Oslo, Støre agradeció a sus seguidores y subrayó que esta victoria evidencia que los partidos socialdemócratas pueden triunfar en Europa, a pesar del creciente apoyo a las formaciones de derecha. Por su parte, el Partido del Progreso, conocido por su postura contraria a la inmigración, ha logrado el mejor resultado en su historia, situándose en un segundo lugar que su líder, Sylvi Listhaug, consideró positivo, aunque advirtió sobre “cuatro años arduos” para la población y las empresas.
Su éxito se ha visto potenciado por una dinámica campaña en redes sociales, en la que influencers han abogado por la eliminación del tradicional impuesto sobre el patrimonio noruego. La líder del Partido Conservador, Erna Solberg, se disculpó por el descenso de su partido al tercer puesto en el Parlamento.
Próximas negociaciones de coalición
La nación escandinava, que cuenta con aproximadamente 4.3 millones de habitantes con derecho a voto, eligió a los 169 miembros del Parlamento. Se esperan resultados definitivos para el martes, tras los cuales se prevé un proceso de negociaciones que podría extenderse durante semanas para formar un acuerdo de coalición y definir los puestos clave del Gabinete. Como es tradición, será el rey Harald de Noruega quien tomará juramento al nuevo gobierno.
La campaña laborista se centró en la defensa del impuesto sobre el patrimonio, un pilar de la política noruega desde 1892, que grava hasta un 1.1% sobre activos y acciones que superen 1.76 millones de coronas (150.101 euros). A diferencia de los laboristas, el Partido del Progreso propuso su eliminación, mientras que los conservadores abogaron por su reducción. Støre defendió el impuesto señalando que ”es justo que los más ricos de nosotros hagan su contribución”, y agregó que las propuestas de la derecha benefician solamente al 1% de la población, lo que va en contra del sentido de equidad y solidaridad que caracteriza a los noruegos.
Este panorama político en Noruega reafirma la relevancia del debate sobre la fiscalidad y las políticas sociales en el contexto europeo contemporáneo, en un momento en que la polarización política aumenta y los ciudadanos buscan claridad sobre los beneficios de las diferentes posturas. La próxima etapa de negociaciones será crucial para definir el rumbo del país en los próximos años.
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