Las comisiones se han convertido en el Santo Grial del negocio bancario y en el gran dolor de cabeza de sus clientes.
En especial si no tienen el grado de vinculación suficiente con su entidad como para quedar libre del cobro por los servicios financieros.
Es la fórmula con la que compensar la flaqueza del margen del negocio tradicional. Del beneficio que se obtenía por la actividad bancaria de toda la vida. La de captar dinero y prestarlo a unos tipos de interés que ya no son lo que eran.
El nuevo terreno de juego que marcan los bajos tipos de interés ha establecido una nueva estrategia. En la relación de los bancos con sus clientes y en las comisiones que les cobran.
La prioridad es la clientela más rentable.
Aquella que genera negocio y no solo se endeuda con el banco sino que además contrata productos de inversión.
Por ejemplo misión realmente complicada abrir una cuenta en un banco sin costes de mantenimiento. A menos que se ingrese la nómina, se domicilien recibos o se tenga también una tarjeta de crédito.
El mes de junio es momento de revisión trimestral o semestral de las tarifas de comisiones de los bancos y algunas entidades darán una vuelta de tuerca a los precios por servicios que aplican a los clientes menos vinculados. Según explica Marta Alberni, experta de banca de Afi, además del protagonismo creciente en los últimos años de la partida de comisiones netas en el negocio bancario.
“Se ha observado en los últimos meses una tendencia de cambio en la política de cobro de comisiones de las entidades como vía para compensar los menores ingresos financieros y el coste que supone el exceso de liquidez como consecuencia de la evolución de los tipos de referencia”.
En todo caso, la intensificación de los ingresos por comisiones de la banca viene de largo y su contribución al margen básico del sector ha pasado del 26% en el año 2012 al 35% a cierre de 2020. Aumentando también su contribución al margen bruto del sector.
En ese incremento estratégico de los ingresos por comisiones, además de las tarifas por los servicios financieros básicos, como la cuenta corriente o las tarjetas. Tienen un peso crucial las comisiones por fondos de inversión y planes de pensiones, que solo el año pasado reportaron casi 3.000 millones de euros a la gran banca.