Las intensas lluvias que han azotado a diversas regiones de México, especialmente en Hidalgo, Puebla y Veracruz, han dado lugar a inundaciones de devastadora magnitud, características de los peores desastres naturales que ha vivido el país. Las cantidades de agua caídas en los últimos días han generado situaciones alarmantes, dejando un escenario de destrucción a su paso.
Hasta la fecha, se ha reportado un saldo trágico de 76 muertos y 31 desaparecidos, resultado de las inundaciones que han afectado a múltiples municipios en los estados mencionados. Las escenas son desgarradoras. En Poza Rica, por ejemplo, el desbordamiento del río Cazones ha dejado a familias enteras tratando de rescatar lo poco que les queda; viviendas, recuerdos y vidas han sido arrastradas por la corriente, creando un panorama de desesperación.
Esta no es la primera vez que el país enfrenta tales adversidades climáticas. En septiembre de 1969, la Ciudad de México soportó 36 horas continuas de lluvia, elevando el nivel del agua a 83 cm y causando al menos 30,000 muertes. A este fenómeno se le conoce como el “Diluvio de San Mateo” y sus efectos duraron casi cinco años.
Otras regiones, como Veracruz y Puebla, también han sido golpeadas en el pasado por inundaciones devastadoras. En octubre de 1999, estas dos entidades enfrentaron niveles de agua cercanos a un metro, lo que desembocó en la evacuación de más de un millón de damnificados y dejó un saldo de 387 vidas perdidas.
En noviembre de 2020, Tabasco sufrió la perdida de 14% de su territorio bajo el agua, con más de 800 damnificados y 27 fallecimientos. Este histórico contexto de inundaciones en México subraya la recurrente fragilidad ante fenómenos naturales, acentuando la necesidad de estrategias de prevención más efectivas.
La situación actual es crítica. Se estima que cerca de 100,000 hogares han sido afectados por las inundaciones y deslizamientos, de modo que muchas comunidades permanecen incomunicadas, obstaculizando la llegada de ayuda y la recuperación de servicios básicos. En este 2025, mientras las lluvias continúan, los ciudadanos esperan que las autoridades actúen con la rapidez y eficiencia requeridas para mitigar el impacto de esta crisis.
El panorama se vislumbra sombrío, pero la comunidad se une en la necesidad de asistencia y apoyo mutuo. Las imágenes que emergen de esta calamidad nos recuerdan la fragilidad de la vida ante la fuerza de la naturaleza y la importancia de la solidaridad en tiempos de crisis.
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