La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) se ha visto envuelta en una serie de controversias que han puesto en jaque su función como regulador sanitario en México. Su misión de salvaguardar la salud de la población, en este contexto, se ha visto comprometida por una serie de deficiencias que han afectado su eficacia y credibilidad.
Uno de los puntos más críticos ha sido su sistema de farmacovigilancia, el cual ha mostrado ser débil y poco transparente. Esto incluye la incapacidad para detectar reacciones adversas a medicamentos y la manipulación de datos en la plataforma Notireporta. Este sistema, que debe ser un bastión en la vigilancia de la seguridad de medicamentos, fue vulnerado, permitiendo que se sesgaran más de 100,000 notificaciones de reacciones adversas. Este tipo de incidentes no solo ponen en riesgo la salud de los pacientes, sino que también socavan la confianza en la institución.
Además, la Cofepris enfrenta serias problemáticas en la distribución de medicamentos. La comercialización de insumos falsificados y sin registro sanitario, junto a fallas en la infraestructura para el almacenamiento adecuado de estos productos, han creado un escenario inquietante.
La Agencia de Fiscalización Superior (ASF) ha revelado que la contratación y supervisión del personal de la Cofepris ha sido deficiente. De hecho, hasta el 92% del personal contratado tiene un perfil administrativo, lo que sugiere una falta de personal con la experiencia técnica necesaria para llevar a cabo la supervisión y regulación efectivas.
Sumado a esto, la dependencia excesiva de informes de la industria farmacéutica ha generado conflictos de interés. Esta situación, aunada a una falta de retroalimentación después de notificaciones de seguridad, pone en riesgo la imparcialidad de las decisiones regulatorias, lo que podría tener graves repercusiones para la salud pública.
Los casos de jóvenes con leucemia que han sufrido reacciones adversas al metotrexato sin una respuesta oficial contextualizan la magnitud del problema. Estas situaciones alarmantes exigen una atención inmediata y una revisión de los mecanismos de regulación para proteger a los ciudadanos.
Para mejorar la confiabilidad de la Cofepris, es fundamental avanzar hacia una mayor transparencia regulatoria. Publicar los criterios de evaluación y decisiones sanitarias, así como modernizar las plataformas de vigilancia con estándares internacionales son pasos imprescindibles. El establecimiento de mecanismos de supervisión pública e independiente también es esencial para evitar la corrupción que actualmente plaga las actividades del regulador.
Las acciones a tomar son claras. Se necesita una transformación que permita a la Cofepris adoptar una mentalidad constructiva y profesional, priorizando la salud de los mexicanos. Solo así se podrá restaurar la confianza en este organismo vital para la protección de la población frente a riesgos sanitarios. Mantener un monitoreo constante y comunicar el estado de los procesos regulatorios no solo es deseable, sino urgente.
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