En una epopeya que evoca la travesía de don Quijote hacia Zaragoza, el protagonista se enfrenta a lo inesperado: un tumulto de toros bravos. Un lancerо alerta: “¡Apártate, hombre del diablo, que te harán pedazos los toros!”. Sin embargo, don Quijote responde con valentía, afirmando que para él no hay desafío que no pueda enfrentar, ni toros que lo asusten, ni siquiera aquellos que habitan las riberas del Jarama. Sin tiempo para moverse, el torbellino de toros pasa a su lado, mientras él sigue decidido, acercándose a la mula de Dorotea para rendirle homenaje, hincándose de rodillas y pidiendo que le permita besar sus manos. Así, se prepara para una confrontación ridícula, como si lidiara con molinos de viento, en una danza entre la realidad y la locura. En este momento, don Quijote se convierte en un símbolo de lucha, incluso mientras la muerte acecha en cada aspa de sus sueños.
En las memorias de Jean-Paul Sartre, se retrata la experiencia de un joven escritor que, bajo la guía de su abuelo, se adentra en el mundo de la escritura. Al recibir críticas y amenazas por sus obras, Sartre llega a reflexionar que “¡las palabras se vuelven espadas!” Este concepto refleja la esencia del acto de escribir como una forma de acción, portando el poder de cambiar realidades y desafiar al mundo.
Michel Leiris, contemporáneo de Sartre, forjó amistades notables, incluyendo la de George Bataille, conocido por su obra erótica, *Historia del ojo*. Esta narrativa abarca el trágico fin del torero Manuel Granero, quien perdió la vida en la Plaza de Madrid en 1922, un episodio que resuena con gran carga simbólica y que ha sido magistralmente traducido al español por Margo Glantz. Además, Leiris compartió el fervor por la fiesta brava con personalidades como Picasso, lo que añade matices a su legado creativo.
Al final del día, el escritor, enfrentando amenazas y dudas, no tiene más opción que seguir adelante, insistiendo y desafíando su propia suerte, incluso a costa de la muerte misma.
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