El miércoles pasado, Lisboa fue escenario de una tragedia que ha conmocionado a muchos, con la confirmación de las nacionalidades de las 16 víctimas mortales del accidente del ascensor Glória. Esta catástrofe ha dejado atrás un paisaje de dolor, donde las cifras ahora tienen nombres y rostros, comenzando por el guardafrenos André Marques, de 40 años, oriundo de Oleiros (Castelo Branco). Marques, querido y respetado tras 15 años de dedicación en Carris, fue enterrado el sábado tras una emotiva ceremonia en la Basílica de la Estrela, dejando a una comunidad de luto por su partida.
Entre los fallecidos, cinco portugueses perdieron la vida, incluyendo a cuatro empleados de la Santa Casa da Misericórdia, quienes utilizaban el Elevador da Glória para sus desplazamientos cotidianos entre su trabajo y la estación de metro de Restauradores. Una de las víctimas, Pedro Trindade, de 61 años, destacaba no solo por su labor en la institución sino también por su compromiso con la enseñanza y el deporte, siendo profesor y árbitro de voleibol. Sus colegas Alda Matias, Ana Paula Lopes y Sandra Coelho, también perdieron la vida en este trágico evento.
La tragedia no discriminó nacionalidades y se llevó consigo a Blandine Daux, la única víctima francesa. Residentes en Quebec, Daux y su esposo, André Bergeron, estaban de viaje en Lisboa, un regalo por su jubilación. También una pareja británica, Kayleigh Smith y Will Nelson, perdió la vida. Kayleigh, reconocida directora y actriz en Macclesfield, y su esposo, profesor en la Arden Theatre School, se encontraban en Lisboa para disfrutar de un merecido viaje que acabaría en tragedia.
Confusiones en la identificación también marcaron este acontecimiento. Inicialmente, el cadáver de Nelson fue confundido con el de un ciudadano alemán antes de que el Instituto de Medicina Legal aclarara la situación. La familia de este hombre, un padre de un niño de tres años, se trasladó desde Hamburgo a Lisboa para recoger el cuerpo de un ser querido que en realidad no era su hijo.
A medida que la noticia se propagaba, la ciudad comenzó a rendir homenaje a las víctimas. La Praça dos Restauradores se ha llenado de flores y velas, ofreciendo a los ciudadanos un espacio para honrar a aquellos que perdieron la vida. Entre ellos, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa también ha mostrado su respeto en el lugar del accidente, tras participar en una misa en la Iglesia de São Domingos.
Sin embargo, no solo el dolor por las víctimas se siente en Lisboa. La tragedia ha generado un clamor por responsabilidades, y la figura del alcalde Carlos Moedas ha sido blanco de críticas por su gestión al frente de la alcaldía. La situación se complica aún más por las acusaciones de que el Ayuntamiento ha desviado fondos destinados a la empresa de transportes. Críticas que apuntan a un mantenimiento inadequado de los sistemas de ascensores, con un recorte que ha pasado de un servicio 24 horas a una inspección diaria limitada a 30 minutos justo antes del accidente.
En este momento de desesperación y dolor, Lisboa respira luto, pero también un deseo colectivo de entender y abordar lo que podría haberse hecho diferente. La necesidad de un transporte seguro y eficaz es más vital que nunca, a medida que la ciudad atraviesa uno de sus capítulos más tristes.
Gracias por leer Columna Digital, puedes seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram o visitar nuestra página oficial. No olvides comentar sobre este articulo directamente en la parte inferior de esta página, tu comentario es muy importante para nuestra área de redacción y nuestros lectores.