El Banco Central Europeo dejó atrás este mes casi dos décadas de continuidad en el modo de formular su búsqueda de una estabilidad de precios. Por sí solo, el anuncio de que la entidad pasará a considerar igual de negativa una inflación por debajo como por encima del 2% supone una poderosa declaración de intenciones que denota una mayor tolerancia con una inflación alta. Y los inversores quieren comprobar si el primer cara a cara tras la variación viene acompañado de movimientos que la reflejen.
Christine Lagarde ha dado motivos para pensar que sí. En una entrevista anticipó “cambios interesantes”, lo cual ha elevado las expectativas en torno a una sesión que hasta ahora se consideraba de transición hacia la de septiembre, cuando se esperan pistas sobre qué hará el BCE con su programa de adquisiciones de emergencia contra la pandemia (PEPP). Para Carsten Brzeski, de ING, la reunión debería servir para arrojar más luz sobre si la nueva estrategia “es solo una fachada” o por el contrario está en marcha una flexibilización de la política monetaria “más decidida” para lograr lo que el BCE no ha logrado durante una década: devolver la inflación a la meta.
Más información
Hay muchas dudas en el aire. En la citada entrevista con Bloomberg, Lagarde también habló de que el PEPP, que actualmente se extiende hasta marzo del próximo año, irá seguido de una “transición a un nuevo formato”, sin dar más detalles. Y aunque los inversores no esperan esta semana cambio alguno en los tipos de interés o los dos grandes programas de compras de activos, sí escrutarán cualquier nueva información sobre su duración e intensidad, dado que el modo en que el BCE abordará la retirada de estímulos —el tapering— es ahora mismo una de las mayores preocupaciones.
Los analistas del banco japonés Nomura creen que la comunicación del banco seguirá teniendo un tono moderado “preparando el escenario para un apoyo de la política monetaria más prolongado de lo esperado”. Y basan esa predicción en que el pronósticos de inflación de la entidad para la zona euro, del 1,5% a finales de 2023, unido a un objetivo de inflación más alto, deberían impedir que los halcones impusieran sus tesis de acelerar la retirada de estímulos. Para Bank of America, “la reunión del BCE es una oportunidad para dar más credibilidad al rebasamiento de la inflación”.